#MANIFIESTO NO ME GUSTA
1. No me gusta la Sra. Sinde. Creo que su nombramiento fue uno de los errores más estúpidos que ha podido tener el Gobierno en esta legislatura. Nadie, salvo su camarilla cercana y lobby adocenado, entendió que una cineasta mediocre y con intereses públicos y notorios en un sector que vive de mendigar la caridad pública pasase a tener una cartera ministerial, que incluso uno se plantea permanentemente si realmente es necesaria.
2. No me gusta la SGAE ni la mayoría de lobbys del estilo de la Coalición de Creadores o similares. Reductos caducos de una industria que se niega a evolucionar, que luchan contra su desaparición irremediable mintiendo de forma torticera, presionando y usando tácticas que recuerdan sospechosamente a los comportamientos más mafiosos y que velan tan solo por los intereses de unos pocos, engañando y chantajeando intelectualmente mientras olvidan a los miles de creadores que les repudian diariamente.
3. No me gusta que me santifiquen los Derechos de Autor. Y que lo mezclen de forma demagógica con la Propiedad Intelectual. Esto que escribo es de mi propiedad, cualquiera puede hacer con ello lo que quiera, y esa propiedad es irrenunciable. Pero de ahí a querer cobrar por ello… El mundo ha cambiado, los modelos de negocio y la forma de vivir de lo que hacemos o creamos, también. Pero para algunos, muy influyentes, eso no parece importar.
4. No me gusta que me engañen con la música. Diciendo barbaridades del estilo de “Si seguimos así, la música acabará dentro de cinco años”. Semejante ridiculez no debería tener ni tan siquiera cabida en una conversación de barra de bar tras una noche tortuosa. Pero que quién la lanza y los que la suscriben aparezcan como el culmen de la intelectualidad de este país explica perfectamente lo que somos en el “concierto” internacional y el pie del que cojean sus palmeros de algún medio de «comunicación».
5. No me gusta que me la “cuelen de rondón” como si fuera imbécil. Que cuando nos estamos jugando tanto en la economía, en un momento en el que plantearse el desarrollo sostenible y el cambio de modelo económico no debería ni generar debate por lo obvio que resulta, se mezclen churras con merinas en un anteproyecto de ley que debería estar pensada para algo más importante, no para dar cabida a una inmensa sarta de disparates infames.
6. No me gusta que en aras de proteger a “los más débiles” se proteja a los de siempre. Que existan páginas en las que la pederastia más atroz se muestre sin pudor, que sean conocidas y permanezcan públicas durante semanas, mientras que la obsesión de la protección de derechos se enfoque en un tracker de ficheros P2P que tiene cuatro banners en su página. Me importa un bledo si gana pasta o no. Lo que no parece importar son los miles de fotos de niños violados expuestos en redes supuestamente “dentro del sistema”.
7. No me gusta que solo se hable de Internet, de los blogs o de Twitter para mostrar el folklorismo de una protesta que no dejará de ser una tormenta en un dedal de agua. “Los Internautas indignados…” ¿Qué es “un Internauta”? ¿La mitad de la población de nuestro país? ¿Los ciberactivistas? ¿Los posadolescentes de Tuenti? ¿Los que bajan toneladas de discos para luego preguntar qué canción oír de tal o cuál grupo? ¿Los que trabajan por la integración de los discapacitados en un entorno cada vez más tecnológico? ¿Quiénes?
8. No me gusta tener que firmar manifiestos sin participar en su escritura. Ni sin tener claro quién está detrás. Ni que mi apoyo a razones con las que puedo estar de acuerdo sea luego utilizado por aquellos con los que no suelo estar de acuerdo como colchón de supervivencia de su falta de ideas, o peor aun, contra mi mismo.
9. No me gusta que haya “expertos en Internet” que de pronto se conviertan en representantes de “los Internautas”. La sublime estulticia de este país hace que un gobierno se siente en un ministerio con cuatro gurús mediáticos. Algo tan absolutamente nefasto para una democracia representativa como ridículo desde el punto de vista de la acción política. Que un ministro/a acepte “negociar” con alguien que solo representa sus intereses y los de los comentarios o los @replies de Twitter es tan surrealista que, de no ser porque sé que ha ocurrido pensaría que era una broma similar a la de los gatitos bonsai.
10. Finalmente, no me gusta ese anteproyecto, ni quiénes están detrás, ni la “Comisión de Propiedad Intelectual”, nueva policía del pensamiento, ni los que lo defienden políticamente, ni quienes se suman al carro de ponerse beligerantes “porque toca”, ni que, en definitiva, tenga que seguir avergonzándome cada vez que a un político-medio de comunicación-actor social se le ocurre abrir la boca para hablar de “eso de la Internés”…