Huelga General

Escribir un post con este título puede llevar a pensar que el firmante está de acuerdo con una acción de carácter absolutamente excepcional y que suele generar más problemas que soluciones, pero esto no es más que un ejercicio de predicción de un hecho que creo se va a producir de manera imparable.

Los gobiernos del PSOE de Felipe González ya vivieron esa situación y desde luego la huelga del 14 de diciembre de 1988 permanece en la retina de muchos ciudadanos de nuestro país como el momento en el que se ejemplificó la ruptura entre un gobierno socialista y sus clásicos aliados sindicales. Desde entonces ha habido más, con mayor o menor éxito de convocatoria y con consecuencias que siempre son imprevisibles.

¿Por qué estoy convencido de que va a haber una huelga general en los próximos meses? Es fácil, la situación de la economía española ha llegado a un punto tal que los sindicatos no pueden hacer más que tomar la iniciativa en un momento en que sus propias bases se preguntan qué respuestas tomar ante 4,3 millones de parados y ante un incremento del desempleo que parece no tener fin. Si a ello se le suma la propuesta de alargar la edad de jubilación de forma paulatina hasta los 67 años, las medidas de recorte presupuestario y las propuestas que el viernes se pondrán sobre la mesa de reforma laboral, la única salida parece ser la más drástica.

¿Realmente una huelga general puede solucionar una crisis como la que sufrimos? Personal y sinceramente creo que no, todo lo más agravarla. Cientos de empresas cerradas durante un día, miles de horas de trabajo perdidas en un país que no brilla precisamente por su productividad. Un «zapatazo» sobre la mesa que no parece que pueda frenar las reformas coyunturales necesarias en un país que tradicionalmente mira hacia otro lado cuando de solucionar sus problemas se trata.

Pero explicada mi posición, aunque con matices, puesto que también pienso que hay graves errores políticos y económicos que son los que llevan a esta encrucijada, quiero jugar a profeta por una vez (siguiendo una línea de conversación que abría hace unos días en Twitter): ¿cuándo se va a producir lo que yo veo como inevitable? ¿qué va a significar políticamente para un país que vive una crisis mayúscula en el ecuador de la legislatura?

Mi apuesta, atreviéndome a poner fechas y asumiendo que la convocatoria va a llegar en dos o tres semanas, juega con dos fechas, ambas cargadas de significado político. 23 de marzo y 15 de abril (día arriba, día abajo). El mes de marzo, tras lo que ocurrió hace seis años está marcado como un mes crítico en el calendario. No obstante la cercanía de la Semana Santa puede llevar a los convocantes a plantearse que es demasiado pronto (hay que contar con ajustes en la negociación que lleven a dilatar la convocatoria algunas semanas). De igual manera, el 15 de abril puede ser considerado clave para muchos militantes sindicales por la cercanía con una fecha histórica sin que sea canibalizada por la misma. Permite el tiempo suficiente de «negociación» como para no ser tachados de oportunistas o de radicales y refuerza el hecho de que el clima en esos días puede permitir que las consiguientes manifestaciones sean multitudinarias.

Manifestado ya respecto a las fechas, queda el asunto del seguimiento y «simpatía» de la misma. Por parte de la oposición al gobierno (salvando las tradicionales fuerzas de izquierda) entiendo que el apoyo va a ser tibio en algunos casos, implícito en la mayoría de ellos. A un año vista de elecciones autonómicas el golpe moral de una huelga general es lo suficiente tentador como para no dejarse atraer por él, aun a costa de los problemas que eso supone. PP y CIU, especialmente, pueden mirar de reojo satisfechos ante una contestación generalizada a un gobierno que vive sus horas más bajas, apelando a la responsabilidad pero deseando que el gobierno se tambalee.

Los sindicatos pueden lograr recuperar algo del descrédito alcanzado al convertirse en convidados de piedra en una crisis que les ha pillado por sorpresa. En una sociedad tan terciarizada, donde miles de ciudadanos consideran que el papel de los sindicatos está en decadencia, volver a la calle obteniendo un éxito de movilización es una baza que casi están obligados a jugar.

Los ciudadanos y a la postre huelguistas, convencidos o no, pueden sentir que parar un país durante 24 horas es el último recurso del pataleo ante una situación que no controlan y de la que parece no van a poder escapar. Sentirse parte de algo mayor e importante es parte de nuestro comportamiento irracional y la irracionalidad como respuesta a los problemas suele ser un caballo sencillo al que subirse.

Las confederaciones de empresarios evidentemente no apoyarán una acción que ataca directamente contra su filosofía. Y menos aún siendo justificada por un cambio en las relaciones laborales que, aunque no vaya a ser lo que ellos pedirían, se acercará algo a sus deseos. Pero, al igual que los entornos conservadores, pueden mirar hacia otro lado con la perspectiva de que la huelga signifique atisbar un cambio de gobierno a corto o medio plazo que pueda incidir más adelante, cuando la inevitable recuperación económica se produzca, en mayores reformas.

Y finalmente, el Gobierno, lógicamente se verá atenazado por una respuesta en la calle de los mismos que hace seis años le votaron al tiempo que gritaron «no nos falles». Recibirá un mazazo en la línea de flotación que puede suponer su principio del fin. Pero por otro lado, de plantearse en las fechas antes citadas, quedará un año para recuperar pulso político y llegar a las próximas municipales y autonómicas con tiempo suficiente para evitar descalabros como los que se anuncian, así como para tratar de salvar la legislatura, teniendo dos años por delante que le permitan tener garantías de revalidar su victoria.

Como este es un blog en el que trato de centrarme en la Web Social, falta por ver cómo se planteará la situación en los nuevos medios, redes sociales, blogs, Twitter… Será la primera vez que la partida se juegue también en un tablero virtual. Saber quién conseguirá dar el Jaque resulta fascinante, pero averiguar quién será el que logre el Mate es algo que solo será posible saber con el tiempo. Y por mucho blog que tengamos, éste no es una bola de cristal, ¿no?….

7 comentarios

  • Respeto tu reflexión, hasta las suscribiría en sus motivos, pero no creo que haya huelga general mientras el gobierno actual siga pagando la prebenda a los sindicatos. No en vano son primos hermanos y, además, los tiene bien cogiditos.

    ZP será lo que sea pero sabe mantener a sus huestes calladitas. Es un caso extraño en el PSOE ya que con menos carisma que Felipe, por ejemplo, no le chista nadie, mueve fichas de personal a su antojo y se quita de enmedio a los que le podrían hacer sombra. Vamos ingeniería social a tope.

    Muy mal se tiene que ver para que le hagan huelga general. Ni siquiera lo de la jubilación a los 67 irá adelante, es otro globo sonda de los que nos tiene acostumbrados en su política de improvisación.

  • Es posible que haya una huelga general, aunque la verdad, con 20% de parados, pienso que este gran País sufre una huelga general cada 5 días, en comparación con una situación de pleno empleo.

    De todas formas no entiendo que le ha pasado al gobierno, parece que de pronto es consciente de los problemas que hay, habrá sido el foro de Davos ? Chi lo sá.. Pero está quedando atrás el discurso de «vamos a contener a todos hasta que la cosa mejore» y empieza otro de «hay que hacer un ajuste necesario». Si es así, les van a hacer el trabajo duro al PP y dejarles el gobierno en bandeja. No está mal es hasta patriótico, pero a lo mejor le convendría a ZP llamar a elecciones anticipadas, y evitarse este desgaste de medidas que van en contra de todo lo que ha dicho hasta ahora.

  • Fernando, tal vez tengas razón, pero en esta ocasión me da que los sindicatos pueden estar entre la espada y la pared y o hacen algo o no levantarán nunca más cabeza (sabiendo que más tarde o más temprano va a haber cambios hacia otros gobiernos que no serán tan amigos. Si quieren prepararse para ese momento tienen que demostrar de alguna forma que pueden movilizar incluso contra «los amigos».

    Máximo, desde el punto de la estrategia política unas elecciones anticipadas serían un suicidio político en toda regla. Casi mejor un fuego que permita salir corriendo… veremos hacia qué lado 😉

    Abrazos!

  • Fernando, uno que vivió con 17 años la huelga del 88 y ya se enteraba de muchas cosas e idolizaba al «Cojo Manteca» por su lucha desairada contra el mobiliario urbano :-P, cree que no, que no va a haber otra huelga general. Me aventuraría a decir que jamás de los jamases:
    Primero porque al español se le ha olvidado lo que es la protesta, germen del sindicalismo. Se nos ha olvidado incluso, a base de tanto tiempo de domesticación de estas entidades, que existe un asociacinismo obrero. Los sindicatos están para detraer cierta cantidad de nuestra nómina (el que esté afiliado) pero no entendemos muy bien para que están: muchos se apuntan «por si me echan del curro, para que me defiendan», pero poco se sabe más de ellos. Eso y que son los grandes ausentes de nuestra trama política
    Segundo porque el español está ya domesticado y se traga con arrobo cualquier cosa que le echen en el plato. La prueba de ello es que YA estamos donde estamos (como si fuera chica la cosa) sin que haya habido más que «limpiezas de sable» mútuas entre Gobierno y «asociaciones de obreros» (da grima llamarlas así hoy día).
    Tercero, porque los sindicatos están aún muy agustito pastando del pesebre confortable de las subvenciones.
    Creo que se llegará a una situación de colapso perjudicial para todo el mundo y lo más triste que esa hipotética huelga ¿qué habría de conseguir con unas arcas, con unos herarios tan arruinados…?
    Salud

  • «Huelga general» es la que tenía que haber el día de las elecciones y demostrar a «nuestros políticos» la gran insatisfacción con sus políticas egoístas y autocomplacistas.
    Otro gallo cantaría si en lugar de sus pensiones vitalicias tuvieran un salario mínimo y sólo cobraran unos jugosos variables conforme a la consecución de objetivos, bien representativos de «su» sociedad (a la que deberían «servir», con sus grandes dotes intelectuales).
    Con los sueldazos que tienen ya podían estrujarse un poco más las neuronas e implementar, por ejemplo, una política social justa y equitativa, siendo los primeros en aplicárselas.
    El motor de esta sociedad ha pasado a ser «el beneficio que me reporta». ¿Dónde está la empatía y el espíritu servicial?

  • Albero, no te falta razón en cuanto a la dificultad que parece que existe, para montarla, pero sigo pensando que a partir del viernes las cosas se van a desencadenar, o eso o los sindicatos clásicos tendrán que empezar a plantearse muy seriamente en su disolución definitiva en poco tiempo…

    Geno, políticos… justicia? solidaridad? empatía? Servicio? Ains, me da que son palabras con hueco significado para la mayoría de ellos…

    Abrazos

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