¿Mirar la tele?

Paso muchas horas leyendo blogs. Y muchas más navegando en Internet. La Tele se ha convertido para mí en un cacharro que sirve para proyectar DVD´s de vez en cuando, acompañar durante alguna comida y decorar monstruosamente el salón.

Pero de vez en cuando la miro. Más bien me trago algún programa de los que los que salpican una programación insulsa y absurda. Supongo que todos lo hacemos. Incluso me flagelo tragándome contenidos sonrojantes, de esos tan lamentables que hacen enrojecer simplemente con la mera mención a su visionado. Después de hacerlo suelo olvidarlos rápidamente, en mayor o menor medida. Lo normal es que le dedique el tiempo de atención que le dedico a los anuncios (salvo cuando los visiono trabajando), es decir, el de la memoria de un pez.

Pero también, a veces, me cabreo. Me mosqueo hasta la saciedad con algo que es tan sencillo evitar como mover el dedo en el mando a distancia. Con la serie de TVE, Fago, me ha pasado eso. Me he tragado dos capítulos y medio. El primero y el último completos. Creo que porque al no sentir la llamada de la penitencia semanasantil necesitaba hacer mi vía «crucis particular». Si no, no tendría otro sentido.

TVE consigue sorprender con sus trabajos. Siempre se recuerdan series memorables, no sólo las de hace décadas, añejas ya en el recuerdo, sino incluso en estos tiempos de tricornios televisivos, esa Desaparecida e incluso su spin off UCO, sorprendentes trabajos que convertían a la Benemérita en un cuerpo televisivo interesante a la par que novedoso.

Y he aquí que de pronto nos encontramos con Fago, la recreación de un crimen en proceso de investigación, a pocas meses del inicio del juicio. Una serie que tan sólo por la polémica de su «casi secuestro» prometía y que se ha convertido en algo tan absolutamente bochornoso que hoy entiendo mucho mejor qué es lo que tiene Internet, que lleva a hacernos olvidar las 625 líneas (todavía las tengo, si)


Una especie de sargento Arensivia risible, un teniente que resulta que es gay y está traumatizado por el asesinato de su «amigo especial», un alcalde que, según el «guión», se merece el destierro… Eso si nos fijamos en los «actores». Porque la dirección de los mismos, sus «líneas de diálogo», la fotografía, la música… Leche, hasta los anuncios en formato «2 bloques x 1», cortesía del ente público se hacen más entretenidos.

Estupefacto y aterrorizado por tamaña estulticia acudo a la blogosfera preguntándome si soy un bicho raro y me doy cuenta de que no, que muchos de los que huimos de la trasnochada «cajita de chorradas» pensamos lo mismo. Eso sí, 4 millones de espectadores me llevan la contraria. Es decir, todavía, pertenecemos a la minoría ¿Seremos demasiado exigentes o tal vez Internet nos nubla el sentido…?

Soy un oráculo

Un gran visionario. Cada día estoy más seguro de ello. Lástima que nadie se de cuenta. Resulta que chafardeando por la web llego al blog de Eduardo Collado (qué envidia de plantilla, leche, ¡es preciosa!) y a su vez referencia al de Carlos Terceiro. Ambos se hacen eco de una información publicada por Invertia, que a su vez cita a un estudio de Adesis, en la que se analiza la blogosfera corporativa, y en concreto la presencia de las empresas del Ibex 35 y sus blogs. Y da gusto ver como coinciden sus datos con los que yo publicaba en el mes de noviembre (leche, se me fue el de Abengoa). Lo dicho, soy un guru

… cuando analizo las empresas de nuestro IBEX 35, es decir, las 35 empresas españolas de mayor capitalización bursátil, ergo, las supuestamente más importantes, me encuentro estos datos:

  1. Abertis. Ningún blog. Un webcast en el que el Consejero Delegado presenta la compañía a los accionistas. Sí posee un canal RSS: http://www.abertis.com/es/rss.php
  2. Acciona. Ningún Blog ni canal RSS
  3. Acerinox. Ningún blog ni canal RSS
  4. ACS. Ningún blog ni canal RSS
  5. Aguas de Barcelona. Ningún blog ni canal RSS. Tampoco gran actualización de noticias
  6. Altadis. Ningún blog ni canal RSS. Un webcast con los resultados del primer semestre
  7. Antena 3. Ningún blog. Sí posee canal RSS: http://www.antena3.com/rss/web/html/rss/index.htm
  8. Banco Popular. Ningún blog ni canal RSS
  9. Banco Sabadell. Ningún blog. Ofrece canal RSS y la posibilidad de incluirlo directamente en un lector de Feeds mostrando los más importantes
  10. Banco Santander. Ningún blog ni canal RSS
  11. Banesto. Ningún blog ni canal RSS
  12. Bankinter. Ningún blog ni canal RSS
  13. BBVA. No blogs ni RSS en la web corporativa. Algún webcast aunque muy escondido. Sí algunos blogs en BlueBBVA, el producto creado para los usuarios más jóvenes: 4 blogs sin relación con el negocio: OT, música, viajes y Cine y TV
  14. Bolsas y Mercados Españoles. Ningún blog ni RSS
  15. CINTRA. Ningún blog ni RSS
  16. Enagas. Ningún blog ni RSS
  17. Endesa. Ningún blog ni RSS
  18. FCC. Ningún blog. Si posee canal RSS http://www.fcc.es/fcc/corp/esp/o_sdc_rss.xml
  19. Ferrovial. Ningún blog. Si posee canal RSS: http://www.ferrovial.es/rss.asp
  20. Gamesa. Ningún blog ni canal RSS
  21. Gas natural. Ningún blog ni canal RSS
  22. Iberdrola. Ningún blog ni canal RSS. Sí acceso a un webcast
  23. Iberia. Ningún blog. Sí canales RSS tanto en la web comercial como en la corporativa: http://grupo.iberia.es/grupoiberiaApp/RssXmlCorporativa?idioma=es_ES
  24. Inditex. Blog en Pull & Bear aunque poco actualizado. Presencia de Bershka en SecondLife. Massimo Dutti anuncian blog pronto. Ofrecen canal RSS en el web corporativo: http://www.inditex.com/es/feed
  25. Indra. Ningún blog ni canal RSS
  26. Inmobiliaria Colonial. Ningún blog ni canal RSS
  27. Mapfre. Ningún blog ni canal RSS
  28. NH Hoteles. Ningún blog ni canal RSS. No obstante sí han trabajado por fuera de su web corporativa en el blog Historias en Hoteles recientemente lanzado por Weblogs S.L y en sus Vive la Ciudad, que ya incorporan 5 ciudades españolas
  29. REE (Red Eléctrica Española). Ningún blog. Si ofrece canal RSS: http://www.ree.es/index_rss.html
  30. Repsol YPF. Blog de los mecánicos del Repsol Team.
  31. Sacyr Vallehermoso. Ningún blog ni canal RSS
  32. Sogecable. Blogs en Cuatro, Plus, CNN, Viajar, EP3…
  33. Telecinco. Ofrece diferentes blogs, unidos especialmente a Informativos Telecinco
  34. Telefónica. Ningún blog ni canal RSS.
  35. Unión Fenosa. Ningún blog ni canal RSS

En fin, resumiendo: salvo Repsol, NH Hoteles, mínimamente BBVA, Inditex y Telecinco, así como las empresas de Sogecable (Medios de comunicación estos últimos, a los que se les suponía… al menos), al resto de nuestras grandes compañías la blogosfera les importa un higo. No es que me sorprenda, puesto que la mayoría de sus webs no ofrecen interés ni para sus accionistas, pero no deja de entristecerme.

Sin duda, cuando en un comentario anterior se planteaba el miedo al blogging por parte de las organizaciones, éste se quedaba corto. Miedo no. TERROR con mayúsculas…

Da gusto ver un trabajo de investigación bien hecho y mejor referenciado, !Sí señor!…

Libertad, expresión y educación

Estoy orgulloso de mis padres. Desde muy pequeño se obsesionaron por conseguir que sus cuatro hijos tuvieran la mejor educación posible. Eso significaba pelearse con nosotros para que estudiáramos, para que leyéramos, para que tuviéramos conciencia crítica. Mi propio padre se negó durante mucho tiempo a que entrara un vídeo en casa ya que consideraba que eso significaría terminar con las largas conversaciones sobre cualquier cosa y a cualquier hora. Nunca hubo en mi casa un sólo tema prohibido o tabú. Y la máxima con la que siempre me crié es la de disfrutar con la discusión, defender mis ideas y respetar las ideas contrarias, aunque no las compartiera.

Tuve la suerte de descubrir y comenzar a usar Internet en épocas muy tempranas. Aquella mágica ventana que se abrió para mí en el 95´me permitía multiplicar mis anhelos de comunicación. Podía discutir de forma bizantina con decenas de personas de todo el mundo y mi adicción a Grupos de News, Listas de Correos y Foros creció hasta el punto de que el día que la web avanzó hacia una nueva versión, incluso sin ser conscientes de ello, con la aparición de los blogs y otras formas de participación, fui feliz.

Volví a la Universidad después de unos años fuera de ella. Después de dedicarme a la consultoría me di cuenta de que lo único que me hace sentir bien es la conversación permanente, el placer de compartir pareceres, de discutir. La Universidad siempre ha sido para mí eso. E incorporé Internet a mi discurso off line, no podía ser de otra manera. Empujando, animando, pidiendo a mis alumnos que no pararan de indagar y participar en cualquier debate on line que vieran de interés. Con vehemencia, con pasión.

Y hoy, en medio de una Tesis Doctoral que aboga por la conversación empresarial con los clientes y el entorno, empiezo a sentir la cara negativa de la moneda digital. No en el caso de las corporaciones, no todavía, al menos. Sino en esos foros, espacios de discusión y blogs que cada vez más rapidamente se llenan de insultos, de gritos, de amenazas, de faltas de respeto ante los que piensan de forma diferente.

Por supuesto el aumento del número de usuarios de Internet tiene mucho que ver con ello. La Netiquette, aquel concepto tan caduco como la cantinela de «eso es una falta de educación», tantas veces oído, parece haber desaparecido, sustituido por el «soy libre de decir lo que quiero y como quiero, y tú, fascista, no eres quién para decirme lo contrario».

Fascista. Palabra que aterra simplemente con oírla. Usada simplemente para callar al contrario, como un puñetazo virtual o dialéctico, como un mantra legitimador. E insultos. Rojos, Fascistas, mezclados en un debate absurdo, sin respeto y sin otro fundamento que mostrar el «soy libre y digo lo que me da la gana».

En la Universidad se acalla a los políticos. Los políticos, a su vez, acallan a los periodistas lanzando su mensaje y sin aceptar críticas. En la calle la dicotomía entre unos y otros se dirime con insultos tendentes al mamporrerismo más atroz. Y en los foros y los blogs… los que pensamos en la belleza de la palabra, enrojecemos ante la vulgaridad del discurso.

Da igual que se trate de una discusión sobre si algunos los moteros no se comportan bien sobre el asfalto o sobre los descerebrados que deciden tomar las calles para denigrar al contrario. Es lo de menos si la discusión se produce en Meneame o en un foro de una cadena de televisión. El objetivo es gritar, vejar, ser el chulo, el matón de la clase, hoy virtualizada pero no por ello menos real.

Hemos conseguido que buena parte de nuestra sociedad use Internet para comunicarse. Y hemos logrado que se abran nuevas formas de intercambiar opiniones, de forma rápida y ubicua, aunque yo no dejo de pensar que nos ha faltado algo. La formación para evitar que un nuevo tipo de macarra tabernero se adueñe del discurso, pegue patadas en la boca ajena y se convierta en el estereotipo a seguir.

¿Hasta cuándo?

Sábado noche y concierto de Rock. Buenos amigos de mi proyecto paralelo, que me invitan con todo su cariño. No son ningunos niños. Toni y Rosa cuidan a su preciosa hija de cinco años y se preocupan por ella mientras se suben a las tablas, arrancando su presencia de padres por su amor a la música. Currantes, como millones de españoles, que pagan religiosamente sus impuestos, los directos y los indirectos. Que viven su vida profesional como cualquiera de nosotros y que crean. Porque llevan dentro el gusanillo de la música, de la comunicación, que desde tiempos inmemoriables hace que hombres y mujeres canten y dancen, por el mero placer de hacerlo, de sentirse bien con su espíritu, compartiéndolo con sus semejantes. Nada nuevo, por otro lado.

700 euros cuesta alquilar la sala. Un estupendo sitio de conciertos cercano a Madrid que permite mostrar su arte en condiciones necesarias de sonido. Demasiado grande para poder llenarlo, pero aún así al menos tendrán el lujo de sonar como ellos quieren. Los asistentes pagan 5 € cada uno. Pocos, muchos amigos y familiares. Y otros que han conseguido conocer a la banda gracias a su MySpace y que han llegado a comprar su disco, autoproducido, fuera del circuito de las compañías tradicionales, y con un sonido excepcional.

No pertenecen a ninguna sociedad de derechos. Ni lo creen necesario ni quieren. Pero he aquí que la respuesta de la sala es clara: el 10 % de la recaudación va para la SGAE. Me lo cuentan y una vez más me indigno hasta la ofuscación. Los mafiosos siguen atacando impunemente. No, no subvencionan a los músicos con un 10 % de los costes de la actuación, como algún incauto podría llegar a soñar. Las ayudas no están en su política. Ni tampoco el pensar en la música, ese noble arte practicado por los humanos desde que tenemos uso de razón. Recaudan basándose en el miedo de las salas, en la indefensión de los músicos. Y no sólo por tocar. También por hacer copias de su propio disco, de su criatura, gravado una y otra vez para conseguir ingresos que se repartirán los Capone españoles del Siglo XXI.

Una y otra vez veo a sus responsables lanzar mensajes apocalípticos. Falsedades indecentes, como que ellos existen para proteger a los creadores. ¿Qué creadores? y sobre todo ¿por qué? Intoxican en foros, manipulan en todos los medios a su alcance, amenazan de forma pública y desvergonzada, sin que nadie les ponga freno. Y todavía consiguen que alguien piense que ellos, los recaudadores de coplilla fácil y talento inexistente, son los protectores de la cultura.

Yo me pregunto ¡Hasta cuando! Cuánto tiempo vamos a seguir manteniendo el imperio del miedo, a estos delincuentes de guante blanco, a estos extorsionadores que se lucran y juegan con el dinero ajeno, con los sueños, con la creatividad y, en definitiva, con el arte y la cultura.

Rompamos el miedo. Denunciemos. Luchemos. Hagamos pedagogía. Expliquemos a todo el mundo que la mafia en España existe y tiene nombres y apellidos. Acabemos con el imperio de estos chantajistas. La libertad, la creatividad, la Cultura y la sociedad española nos lo merecemos, lo necesitamos.

(Edito)

Estupendo Post que se me había pasado de Jorge Cortell. Cómo editar un disco sin pasar por la SGAE y su «Atención al Cliente». Vale la pena leerlo.

SGAE NO. CULTURA SI. ES NUESTRO DERECHO

Aprobado… por los pelos

Es tiempo de exámenes, el momento en el que los profes universitarios tenemos que hacer ejercicio de paleografía para identificar qué es lo que nos quieren contar nuestros alumnos y es el momento también en el que debemos hacer autocrítica, puesto que si no dan ni una sólo hay dos soluciones: su grado de «zoquetismo» es sublime, o hemos sido nosotros los que, subidos a nuestra obtusa cúspide, no hemos sabido transmitir lo que realmente queríamos que aprendieran.

Y en este momento de calificaciones he aquí que sacas un rato para leer el periódico, esa actividad cada día más molesta y extraña, especialmente si hay que pagar: «para qué comprar un periódico, si ya los dan gratis», es la cantinela repetida por mis dulces chavales una y otra vez. Abres el suplemento de Negocios de El País y te encuentras con «La Firma». En este caso, la de Francisco González, Presidente del Grupo BBVA, disertando sobre Internet y la Web 2.0.


Te lanzas ávido de novedades, loco por ver cómo hasta los presidentes de los conservadores bancos ya se lanzan a eso de «la wes» y quedas estupefacto. Texto que comienza con una cita, como debe ser en los grandes. De Borges, de El Aleph, para más señas. Un poco manido, pero bueno, denota más cultura que la del «compañés» que diría Enrique Dans. Y a partir de ahí, la sabiduría:

«Internet, por tanto, ha pasado de ser una herramienta o un canal que nos ayuda a trabajar en el espacio físico, a ser una gran plataforma, un nuevo espacio virtual en rápida expansión y continuamente cambiante, mucho menos controlable que el espacio físico, y donde reina la creatividad. Un espacio con sus propias leyes, y que está ampliando de manera radical el horizonte de posibilidades de las personas.

Pero el espacio virtual cada vez está más estrechamente conectado con el físico. El vínculo principal son los muchos millones de personas que, cada día, se conectan a Internet a través del ordenador, del móvil … para usos cada vez más variados: de información, comunicación, compraventa, trabajo, ocio … Internet es un elemento cotidiano para las personas, cada vez más integrado en sus modos de vida e influye, de forma creciente, en sus actividades, sus comportamientos y sus expectativas.»

Ummm, vaya, sesuda aseveración. Sin duda fruto de un análisis de cientos de documentos y de un Servicio de Estudios sagaz.

«El gran reto al que tenemos que responder todas las empresas hoy día es cómo desarrollar una estrategia, un modelo de negocio y una oferta de productos que integre de la manera más apropiada los dos espacios, físico y virtual. Y la manera más apropiada es la que más satisfaga a cada cliente, es decir, la personalización.

Internet permite a las empresas alcanzar un grado antes impensable de personalización de los productos y servicios, de ajuste a las necesidades, demandas y particularidades de cada persona. Esto es así no sólo porque la combinación de Internet con la informática permite reunir mucha más y mejor información sobre las personas -y procesarla instantáneamente-, sino porque ellas mismas colaboran activamente en la tarea de definir los productos que desean.»

Ufff, por fin alguien ilumina a las empresas. Ya era hora de que salieran de su ceguera.

«el gran reto para los bancos es convertirse en un Aleph para las personas que son sus clientes. Un Aleph que ponga a su alcance, en un único punto, todas sus aspiraciones. Esto no es una utopía. Algunos estamos ya trabajando en ello, y está más cerca de lo que pensamos. Porque, gracias a la plataforma, muchas cosas antes impensables se van a hacer realidad para mejorar la calidad de vida de las personas.»

Fascinante este trabajo que habrá llevado horas, qué digo, semanas en ser escrito para llegar a semejante conclusión. En fin, como soy una madre, le aprobaré. Pero para escribir eso, no hace falta llegar a Presidente de banco (¿o tal vez sí…?)

Internet, un nuevo espacio para las personas
Francisco González (Presidente del Grupo BBVA)
El País, Suplemento, Negocios, Domingo 3 de febrero de 2008
Enlace Directo

Trabaja aquí… que yo te vea…

Hace años que soy un absoluto convencido del teletrabajo. Posiblemente porque si hay algo que odio en este mundo es encontrarme entre las paredes de un despacho, por grande que este pueda ser. De hecho, desde que comencé a trabajar, allá cuando acabaron los grandes proyectos (la Expo, las Olimpíadas, mi carrera…) siempre me pregunté qué sentido tenía pasar horas y más horas en una oficina.

Los argumentos a su favor son siempre similares: que si la socialización con tus compañeros, que si la mejor distribución de los tiempos de trabajo, que si el control por parte de la empresa… Argumentos contra los que no puedo dejar de rebelarme. Hoy, mientras hablaba con una alumna sobre el tema volvía a encenderme. Que me expliquen cuantas veces no podría estar en mi casa haciendo lo mismo, o mejor aún, trabajando, en vez de simular que lo hago. Mis compañeros no son mis amigos, y de hecho socializo mucho mejor con el mail. ¿Y acaso no pueden controlarme por mi trabajo realizado, no por las horas fingiendo el mucho trabajo que tengo?

Soy profesor y disfruto con la formación presencial, mucho más que con la on line, claro. Pero al final, siempre acaban exigiéndote que pases horas en las que «se te vea». No las que te dedicas a dar clase, ni las que dedicas a la atención al alumno, sino aquellas que dedicas a que tu figura se pasee durante horas sin fin en la Facultad, demostrando al mundo entero tus inmensas preocupaciones y la importancia de tu misión salvadora como estrella que ilumina el pasillo.


¿Por qué? No dejo de preguntármelo. La empresa ahorra si yo trabajo desde mi casa. Evita destinar un despacho para que pierda el tiempo, elimina las distracciones de cafés y más cafés, y lo mejor, tiene un elemento claro de control: hacerme trabajar por objetivos, claros, bien marcados y controlables… ¿o acaso no saben como hacerlo? ¿Será ese el problema?

Me encanta trabajar desde casa. Dar mis clases y volver a la comodidad de mi hogar donde realmente me convierto en un hombre multitarea (sólo así lo consigo), escribiendo un artículo, buscando información sobre otro, contestando mails, atendiendo el messenger, participando en un foro, posteando en mis blogs, descargándome música, escuchando Heavy Metal y tomándome una cerveza, todo, al mismo tiempo.

Jamás he llegado tarde a una entrega, mientras he teletrabajado. Y siempre he sido mucho más feliz. Y más económico. Más rentable. Más productivo. Pues bien, todavía soy un bicho raro. En fin, será que no tengo suficientes pestañas abiertas…

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