Somos malos, muy malos…

…»Los internautas», es decir esos 19 millones y medio de personas que según el EGM usamos a menudo la Red en España, somos similares a los cazadores y empresas que matan focas a estacazos. O peor aun, en la era en la que se discute sobre si volver a las centrales nucleares, nosotros somos casi 20 millones de Chernobiles digitales, prestos a acabar con la inteligencia y la creación. Somos el mal absoluto, el que llevará a nuestro país a caer de nuevo en el atraso de épocas oscuras de espadas y brujos, donde los Creadores morirán aplastados por nuestros robos y pillajes… No, no estoy comenzando una novela de ciencia ficción sino interpretando el enésimo ataque contra Internet del Sr. Javier Marías. Un escritor que pese a publicar un blog y poder ser leído digitalmente en sus columnas vociferantes de El País, manifiesta que no tiene un ordenador. Tal ver Javier Marías tiene un grupo de becarios que se encargan de pasar al mundo digital sus hábiles escritos, salidos de su pluma justiciera, sin recordar que eso, ayer y hoy se denomina en el argot «usar negros». Como quiera que sea, Don Javier vuelve a las andadas, atacando ciegamente que la distribución de contenidos en Internet sea asaltada por los ladrones y sinvergüenzas que pululan la red. Los primeros de ellos tal vez esos presidentes que él cita alegremente. Ya se sabe que para ser un escritor con aire maldito hay que zurrar a propios y extraños, aunque se haga sin ningún sentido común ni medida. Dice el bueno de Marías que el arte y la cultura van a desaparecer porque las descargas «ilegales» empobrecerán tanto a los creadores que les llevarán a abandonar el excelso camino de inspirarnos e iluminarnos con su creatividad

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Días estos en los que se habla permanentemente del libro electrónico. Creo que tan brillante escritor observa las agujas del reloj de su casa aterrado, pensando en cuántas personas dejarán de leerle pagando, para robarle y por qué no, plagiar su maravillosa obra. Lo de menos es ofrecer un panorama que muestre el enriquecimiento tangible y real que ha producido Internet. Y la compartición. Sí, Señor Marías. Miles de creadores ponen a disposición de esos asesinos de ancianitas sus trabajos y no por ello dejan de llevar adelante su vena creativa. Miles de músicos, cientos de escritores y decenas de cineastas se han dado cuenta de que el mundo que usted pinta, con su verbo fácil y cómodamente asentado en el periódico «más vendido», es precisamente el que viven. En el que los llamados derechos de autor no dan para comer. En que las puertas se cierran en sus narices por no ser los «popes» de la cultura que usted pretende defender. En el que las subvenciones catadas por los de siempre hacen que ellos se vean como apestados. Hay otros modelos, otras formas de hacer las cosas. Pero ¿no será que aterra ser desplazado de los anaqueles de la librería de moda? Pero el Señor Marías lo tiene claro muy claro y como tal nos ilustra a nosotros, viles delincuentes: Es necesario normalizar, prohibir, perseguir, censurar, para evitar caer en un «modelo soviético». Vaya, es curioso como uno cuando vomita cuatro letras y estas se juntan acaban mostrando lo que desea su inconsciente. Don Javier, ya ha clamado usted contra los ordenadores por arrinconar a la tradición, contra las descargas por empobrecer a los ricos, contra los blogs, por usurpar el papel de los tocados por las musas… Desde aquí le propongo que siga usted con su cruzada. Desde que un cantante relacionado con las frituras de pollo desapareció de la escena berreadora ésta necesitaba un líder. Incluso me atrevo a proponerle un próximo tema: clame contra los podcasts, esos lamentables audios que algunos suben a Internet y que despistan a los ciudadanos de pro de ágiles e ingeniosos tertulianos. ¿Que no sabe que es un podcast? No se preocupe, seguro que alguno de sus negros colaboradores puede explicárselo…