A las barricadas!!!!

Hubo un tiempo en que me picó la política universitaria. Eran los días en los que estaba a punto de terminar la carrera, en otro siglo. Tras cuatro años estudiando y jugando al billar a diario (tal vez debería cambiar los factores) me había convertido en el «pepitogrillo» de la clase y lo uno llevó a lo otro. Acabé siendo el delegado del grupo, el representante en el Departamento, en la Junta de Facultad, en el Claustro y, finalmente, el flamante Presidente (con mayúsculas y retrato) del recién creado Consejo de Estudiantes.

Por aquel entonces en Alcalá nos peleábamos para ver quién era más importante. Los de Filosofía lo teníamos muy claro. Por supuesto nosotros, que pensábamos… Los de empresa también: ellos, que servían de motor económico… Y los de la Politécnica, bueno, ellos hablaban raro, de códigos extraños que ni Dios entendía y que lógicamente, les hacía los más importantes…

Finalmente, gracias a la conjunción de Plutón con la casa de Osiris en su tercer ascendiente nos pusimos de acuerdo. Montamos un Consejo de Estudiantes. Ya servíamos para algo. Podíamos reivindicar. Luchar. Hacer nuestro particular 68´. Poner los derechos de nuestros representados sobre la mesa. Y así lo hicimos. Con un tal Rubalcaba que comenzaba a aparecer en el Ministerio de Educación, que a fuerza de darle la murga nos cedió unas migajas de aquello por lo que habíamos amenazado con la Revolución. Un dinerillo que se embolsaron las universidades a costa de lo que, aquellos que armados de palestino y verborrea y con los lomos crujidos a pelotazos ,»habíamos logrado».

Y de paso nos colaron un cambio. Una cosa que se llamaba «crédito». Algo así como la moneda de cambio de 10 horas de clase. Una novedad que nos iba a hacer más listos, más altos, más fuertes (o tal vez ese no era el orden…) Dio igual. Nuestra revolución, basada en luchar porque el hijo del obrero pudiera ser Ingeniero, estaba hecha… o no…

Hoy nos enfrentamos al Espacio Europeo de Educación Superior. Con ese nombre más vale acortarlo en «lo de Bolonia». Y los pañuelos palestinos vuelven a las calles. Y es que, como todo el mundo sabe, «eso de Bolonia» es que la Universidad se privatice. Que el hijo del obrero ya no pueda ser Graduado. Que la tortura de soportar a un profesor en un aula se multiplique hasta las 40 horas a la semana. Y sobre todo que se metan con «La Universidad». Se sale a la calle y se protesta. Sembrando dudas en un alumnado absolutamente ajeno a «esas películas» más allá de poder perder un jueves por la mañana yendo de «mani».

Y la lástima es que, en el fondo, los alumnos no participan en la creación del nuevo sistema. Puede argumentarse que no se cuenta con ellos, pero pocas veces asisten a reuniones preparatorias, aportan propuestas para mejorar «lo impuesto» desde arriba. Las revoluciones pueden ser divertidas o aburridas, y parece que esa es la parte más aburrida de todo.

Afortunadamente hay algunos estudiantes (aunque sean de postgrado) que parecen tener las ideas más claras. Y el trabajo de Francec Esteve va en esa línea. Me ha parecido estupenda su presentación sobre el EEES en el marco de unas jornadas de participación estudiantil de la Jaume I. Por ello no quería pasar la oportunidad de insertarla aquí.

Indagar, investigar, hacer propuestas, discutir, y volver a trabajar, a indagar y a seguir haciendo propuestas. Más allá de panfletos y de barricadas de jueves por la mañana. Soy cada día más mayor, sí. Pero sigo soñando con representantes estudiantiles que intentan hacer las cosas mejor, y trabajos así me hacen recuperar una fe, nunca perdida del todo…