Pidiendo ayuda: «Ruleta Estudiantil»

En Infoconocimiento suelo escribir sobre lo que se me pasa por la cabeza, habitualmente relacionado con el mundo de la Web Social y con especial hincapié en temas relacionados con la aplicación de la tecnología en la educación, una de mis líneas de investigación y eje de mi Tesis Doctoral. Pero hasta ahora no había solicitado apoyo pidiendo ideas o al menos comentarios sobre ellas. No más que en el espacio abierto para vuestra participación y que en algunas ocasiones mis lectores utilizáis.

En esta ocasión quiero escribir sobre una idea que me ronda en la cabeza desde hace algunos días y que posiblemente sea tan sólo un disparate. Pero tal vez con vuestras opiniones pueda avanzar sobre la misma, ya sea desde el plano teórico o, por qué no, desde el práctico. A estas alturas todo el mundo habla de Chatroulette, el sistema que permite conectar usuarios entre si de manera anónima y rápida, mostrando la cámara del interlocutor y ofreciendo un espacio para establecer una línea de chat si así se desea. La aplicación es sumamente simple. El usuario se encuentra ante distintas personas que usan el sistema y si lo que ve en pantalla no le gusta, simplemente con apretar la tecla F9 salta de forma aleatoria a otra cámara que esté emitiendo. Aquí podéis leer una guía de uso y ver un vídeo sobre ello.

Tras un buen rato probándolo tengo que reconocer que no he conseguido establecer ni una sola conversación ya que, por un lado, con gran velocidad mis «interlocutores» aprietan F9 de forma que casi no me da tiempo a intentar preguntarles su experiencia como usuarios (debo tener una cara muy fea o muy aburrida) y por otro, muchos de los usuarios que aparecen en pantalla muestran una extraña querencia por exhibir sus alivios sexuales, algo que lógicamente tiene muy poco interés para la mayoría, al menos desde el punto de vista educativo.

Dicho esto podría parecer que la aplicación no es más que flor de un día, pero sin embargo los datos muestran que, especialmente entre los más jóvenes, va creciendo su uso de forma exponencial. ¿Recordamos cuando Twitter comenzó su andadura? ¿Pensamos en la cantidad de veces que llegamos a plantear qué sentido tenía una herramienta que sólo servía para decirle al mundo qué estabas haciendo? ¿Algo que pudiera usarse con algún fin que no fuera el exhibicionismo en 140 caracteres?

Siempre he pensado que las tecnologías son simplemente un medio que puede adaptarse para el fin que deseemos. Lo hicimos con los blogs, con Twitter e incluso con las redes sociales. ¿Por qué no hacerlo con una herramienta de estas características?

Muchas veces hablamos de la importancia del trabajo colaborativo de los alumnos. ¿Podríamos romper de una vez por todas las paredes que envuelven el aula y lanzar a los chicos a que colaborasen en proyectos con otros alumnos completamente desconocidos? ¿Que trabajaran «cara a cara» a través de la web con personas distantes y con sus mismos objetivos? ¿Que abrieran su círculo relacional utilizando para ello una metodología que impulsara su aprendizaje?

No veo claro que Chatroulette pueda ayudar especialmente a estas ideas y otras que se me ocurren, pero si las bases en las que se sustenta. Entiendo que no es un sistema complicado de implementar (no soy ingeniero informático, de forma que puedo estar muy equivocado) y que contando con las protecciones necesarias en cuanto a seguridad de acceso para los chicos podría convertirse en una alternativa a los clásicos trabajos «usando la tecnología».

Esa «Ruleta Estudiantil» podría ser utilizada como un juego, y con el apoyo específico de los objetivos y la metodología que el profe considere, llevaría a una creación de conocimiento diferente, compartido y grupal, al mismo tiempo que divertido y adecuado a los nuevos desarrollos en los que nuestros chavales están inmersos.

Se que este post puede ser un tanto «lioso», pero quería abrir una línea de debate en la que estáis todos invitados a participar. Los padres, porque tenéis la lógica preocupación de lo que pueden hacer vuestros hijos delante de la cámara del ordenador. Los docentes, porque sois los que veis más de cerca las relaciones de vuestros alumnos con la tecnología y los problemas derivados de ella. Los técnicos, porque entendéis rápidamente en qué consisten los aspectos de desarrollo y las dificultades de implementación. Y, por supuesto, las personas con inquietud emprendedora, porque tal vez veáis en ello una línea de un posible nuevo producto que genere valor añadido a nuestros discentes.

Encantado de recibir todos vuestros comentarios…

Edito: Gracias al trabajo impresionante de Dolors Reig puedo leer este artículo sobre «Junto» que explica mucho mejor lo que tengo en la cabeza

¿Se han vuelto locos en Google?

Llevo utilizando Google desde que descubrí que era el buscador del que «tiraba» Yahoo! cuando su índice no podía ofrecer suficientes referencias, es decir, desde diez años. Como millones de usuarios me sentí maravillado por un buscador rápido, ágil y sobretodo, limpio. Le he visto crecer y «engordar» sus servicios. Muchos de ellos tremendamente útiles y otros cuando menos mejorables. Como algunas empresas de Internet, han crecido hasta convertirse en el principal jugador de Internet. Hasta ahí nada nuevo, todo el mundo lo sabe, todo el mundo lo usa y para un gran porcentaje de la población que usa Internet Google es el oráculo de la nueva era.

Pero he aquí que Google, no contentos con su política de privacidad (cuando menos criticable) y con su espacio de liderazgo en Internet, han decidido dar una vuelta de tuerca y sacarse de la manga una «nueva versión» de su producto más exitoso, el buscador. Algo que se observa desde el primer segundo en el que realizas una búsqueda con la aparición de una barra a la izquierda con las opciones que Google «considera» que pueden interesar a los usuarios.

No voy a analizar esa barra ya que a lo largo de esta semana han aparecido decenas de post hablando sobre ella. Solo diré que me resulta tan absolutamente molesta que en menos de cuatro días he buscado (y conseguido) un hack para hacerla desaparecer. Tal vez Google considere que incluyéndola ayuda al usuario a mantenerse al tanto en todo momento de las «conversaciones» producidas en la Web. O más bien Google quiere posicionarse de nuevo como el canalizador de dichas conversaciones e interacciones, en un momento en el que Facebook es la estrella conversacional de Internet. Pero creo que Google se equivoca con su despotismo al obligar a que todos los usuarios usen su nuevo servicio, guste o no guste.

Está bien, las empresas de Internet no son conocidas precisamente porque les interese especialmente lo que piensan sus usuarios de ellas. ¿Que cómo se me ocurre decir esto? ¿Acaso Facebook hace caso al clamor contra sus políticas de privacidad? ¿O Twitter escucha a sus usuarios cuando se cabrean por la incorporación de cambios «alegres»? ¿O eBay? ¿O Amazon?… No, dejémonos de adoraciones poco fundadas y seamos conscientes de que las empresas de Internet hacen lo que les da la gana, y si gusta bien, perfecto. Si no, ya sabes…

Digo todo esto porque no nos va a quedar más remedio que soportar la «nueva» forma de buscar en Google. Incluso por aguantar que el útil «Buscar solo en páginas de España» (desde Google.com) haya sido abandonado para mostrar todos los resultados posibles en español. ¿Piensa Global y actúa en Local? Bonita frase vacía de contenido para compañías cuyo único objetivo es, a la postre, obtener gigantescos beneficios, aun a costa de meter la pata hasta el cuello. Tal vez Local, pero con poco feedback con sus usuarios locales…

Recuerdo cuando en el ´85 CocaCola decidió plantar cara a Pepsi y lanzar una nueva CocaCola al mercado. Su fracaso fue tan absoluto que en Atlanta todavía recuerdan aquel movimiento como uno de los mayores errores de su historia y que acabó dando alas a su competidor. ¿Ocurrirá lo propio con el nuevo Google? Es pronto todavía para saberlo, pero personalmente no me cabe duda de que han allanado el camino para el que quiera hacer que la Era Google comience su decadencia…

Esto es mío…

Es mío, mío y mío. Y si quieres verlo, paga. O mejor, no lo veas, ya que en cualquier caso seguro que yo no voy a ganar demasiado contigo…

Eso debe ser lo que piensan algunas compañías de discos y televisiones sobre su soterrada campaña eliminando vídeo clips de Youtube por infringir los famosos «Términos de Servicio». Vídeos grabados en muchos casos hace lustros, que es difícil ver en otro sitio que no sea Internet, subidos a la plataforma de vídeos de Google por usuarios que tienen la paciencia de digitalizar viejas cintas VHS y poner perlas olvidadas a disposición del que quiera acceder a ellas.

Pero muchas compañías de discos deben considerar que si no se gana dinero por derechos de autor, tampoco ha de permitirse el visionado de esos trabajos. Aplicando el mismo argumento que con las descargas «ilegales», se solicita a Google su retirada y son borrados de Internet, como si nunca hubieran existido, dejando a miles de personas sin la posibilidad de acceder a un contenido que tal vez acabe perdiéndose para siempre.

El árido debate de los derechos de autor crea polémicas complejas. La propia disquisición sobre lo que significan las descargas en Internet genera tantos ríos de tinta y tantos millones de líneas en la Red que casi no tiene sentido aportar una más. Pero ahora el ataque se hace de forma más sutil. Desaparece el contenido, sin más. Quién evita el riesgo evita la tentación.

Una máxima de la Gestión del Conocimiento, comúnmente aceptada hace años, es que la transmisión de conocimiento genera nuevo conocimiento. Si lo aplicamos al mundo de la música podríamos situarnos en un entorno en el que el hecho de poder acceder libremente a los vídeos musicales de todos los artistas generaría nuevas ideas, más posibilidades creativas, nuevos músicos que trataran de experimentar y, en definitiva, más creación artística y cultural expuesta en pentagramas. Pero la industria nunca ha estado interesada en la creación. Ni en la transmisión que no genere pingües beneficios.

Primero han sido las descargas de discos que, de otro modo, podrían haber permanecido en el olvido. Después los mensajes apocalípticos contra los que «asesinan» la música por descargarla de Internet. Ahora, con menos ruido, la batalla se centra en las plataformas de vídeo. Pero claro, ¿quién dijo que la industria de la música se haya preocupado alguna vez por transmitir el conocimiento?…

Aula… 1.0

Un año más llega a Madrid la feria del estudiante y la oferta educativa. Un año más AULA convierte un pabellón de IFEMA en un patio de colegio en el que cientos de chavales pululan entre stands de centros educativos buscando el boli gratis, los caramelos o el escapulario para el móvil. Cargados con inmensas bolsas llenas de folletos que irán de forma inmisericorde a la basura y un año más los orientadores de los centros recorren los stands recopilando papelería (algunos de ellos, afortunadamente minoritarios, exigiendo con no demasiadas buenas formas que el material preparado para los orientadores sea especial y que tenga «algún obsequio» por su trabajo).

Suelo visitar la feria todos los años, para salir de la misma absolutamente frustrado. Cada año el volumen de expositores es menor, abandonando el «sarao» ante su falta de resultados y prefiriendo invertir en otras acciones de comunicación, más cercanas como las visitas a los centros, o más más «sonoras» como campañas en los medios de comunicación. Pero todavía colea como un reducto del siglo pasado.

Pasar por AULA es enfrentarse al erial del marketing ombliguista. Enormes espacios en los que el ruido es ensordecedor, en los que mantener una conversación mínimamente interesante con un responsable de un centro es casi imposible y en los que el marketing promocional en su versión más cutre y chusca se convierte en el principal protagonista.

Comprendo que la chavalería disfruta con AULA. Para muchos (la mayoría) es un día de excursión. Divertido y sin mayores pretensiones. Sus profesores y orientadores recorren con paciencia los espacios de las universidades viendo más de lo mismo, recuperando una información que no ha cambiado, ni en contenido ni en la forma de presentarse, en los últimos 15 años.

Hablamos mucho de la Escuela 2.0, del uso de las tecnologías en el aula, de nuevas propuestas de valor de las organizaciones, utilizando los nuevos entornos de comunicación y colaboración. Pero ir a AULA nos hace darnos de bruces con la realidad más abrupta: nada cambia.

¿Tiene sentido AULA en estos tiempos? Desde el punto de vista del Marketing creo que no. No se si fue Peter Drucker el que dijo que el Marketing era demasiado importante como para dejárselo al Departamento de Marketing, pero cuando hablamos de Marketing Educativo esa reflexión se nos presenta en toda su crudeza. Tal vez algunos responsables de captación de alumnos pasan el año preparando su estancia de una semana en IFEMA. A lo mejor algunos orientadores de bachillerato o secundaria no son capaces de saber las opciones existentes para sus alumnos sino les dan una tonelada de papeles. Posiblemente no sea de recibo eliminar la pertinente excursión a un recinto ferial de los chavales tras la tensión de la última evaluación. Pero si todo eso pretende mostrar el camino a seguir por los centros educativos respecto a la relación con sus futuros»clientes» en el nuevo milenio no es difícil entender como les va a algunos centros en lo que respecta a la captación de nuevos alumnos.

Ah, es verdad, que la universidad está cambiando… dicen….

Internet @amordazado

Llevo usando Internet desde 1992, cuando sólo éramos cuatro colgados los que nos comunicábamos a través de esa cosa rara que tenían los americanos. He visto aparecer la Web y he vivido las guerras de los estándares, de los navegadores, la aparición de la «Nueva Economía» y el reventón de las punto com. He asistido al nacimiento de la Web 2.0 y me gano la vida contando mentiras sobre las bondades de la Web Social. Mentiras enormes que mis alumnos escuchan unas veces sorprendidos y la mayor parte de las ocasiones escépticos. Que Internet cambia el mundo, que permite mayor libertad, que miles de personas colaborando logran mucho más que un solo individuo peleándose contra gigantes.

Y en paralelo he vivido el ascenso de una idea perniciosa sobre la libertad y el poso que dejó en millones de personas. La idea, que supera los conceptos políticos, sociales y económicos, de que el mercado se regula por sí solo. Esa entelequia falsa que nos ha llevado, de nuevo, a una crisis que afecta a los de siempre, a los que no se prejubilan con millones de euros, a una pérdida de ideas claras, a un no saber qué hacemos aquí hasta que nos lo diga alguien ¿quién? ese mercado maravilloso ejemplificado por el líder del año. Da igual, para qué vamos a regular si el «buenismo» del entorno lo hará por nosotros. Tanto fuera de la Red como dentro de ella.

He disfrutado pudiendo acceder a contenido que eran inimaginables hace 10 años. Y lo sigo haciendo. A diario. Para mi la Red todavía es el mayor espacio de libertad en el que jamás he vivido. Soy un ingenuo compulsivo. ¿Realmente Internet es libre? ¿Es cierto que vale todo?. Por supuesto, para los que dominan las industrias tradicionales, Internet es una amenaza. Y buscan su control. Da igual que sigan adorando dioses muertos hace años. Son los que mandan y lo de menos serán los Manifiestos ante cuestiones injustas. Debe ser la Red que ellos quieren, la de los que mantienen la sartén por el mango y ante los que es tan fácil revelarse.

También veo la dictadura de los que permanecen en silencio. Los que se convierten en adalides de una libertad en la nube. Aquellos que insisten en que usar sus servicios nos hará mejores, independientes, libres, en definitiva. ¿Libres o atados a sus reglas?

Conversación, la eterna promesa de los que no tienen ojos, aunque sí bolsillos. Una bonita promesa para los incautos que imaginan que es mejor enfrentarse a una URL con sede en Chiquitistán. Podemos decir lo que queramos, siempre que no rompamos los «términos de servicio». Esos que nadie conoce, que santifican los ajustes de un mercado absolutamente libre. Y que permiten que los poderosos puedan apretar la bota cuando quieran. ¿Redes Sociales? Una nueva religión que debes aceptar. Comunícate, habla de ellas, incluso enseña a los niños a usarlas. Serán felices, ya que tendrán en su bolsillo la pastilla azul. Si, especialmente a los niños, que son los consumidores del mañana, los que hacen grande la red, los que prometen un futuro maravillosos a las URL de Internetlandia.

No sea Usted díscolo. No muestre otras cosas que se salgan del guión establecido. O el mismo ser benévolo que promete un mundo feliz le expulsará. No vaya hablar de miserias en un mundo de felicidad donde todo se mide en esquinas redondeadas y discursos vacuos. Si lo hace será expulsado. Repudiado. Y por qué no, denigrado. No denuncie, no ataque, no muestre lo que no interesa no vaya a ser que los otros, «lo que mandan» tengan la tentación de poner freno a la espiral del mercado.

¿Conversación? Unidireccional. ¿Ajustes? siempre expulsando a los desagradables. ¿Futuro? el que ellos dictan. ¿No te gusta? No sabes de qué hablas. ¿Libertad? por favor…

Y mientras tanto, la Red se auto protege. Total, ya se habla de vez en cuando de alguna actuación de «los que mandan» en la tele, así que, no nos toques más las narices…

#mmadrigalNOW

@amordazado

Aprendiendo en la Red

Tuve la ocasión de conocer a Antonio en un congreso en Málaga hace unos meses. Además de seguirnos mutuamente por Twitter es una persona con la que siento especial afinidad por la forma en que usa la tecnología tanto para su aprendizaje como para ayudar al de sus alumnos. Acaba de publicar una presentación en Prezi que reproduzco aquí, ya que no puedo estar más de acuerdo con ella, en todos sus puntos y con todas sus herramientas.

A veces lo más simple es lo más sencillo… y efectivo!

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