Aula… 1.0

Un año más llega a Madrid la feria del estudiante y la oferta educativa. Un año más AULA convierte un pabellón de IFEMA en un patio de colegio en el que cientos de chavales pululan entre stands de centros educativos buscando el boli gratis, los caramelos o el escapulario para el móvil. Cargados con inmensas bolsas llenas de folletos que irán de forma inmisericorde a la basura y un año más los orientadores de los centros recorren los stands recopilando papelería (algunos de ellos, afortunadamente minoritarios, exigiendo con no demasiadas buenas formas que el material preparado para los orientadores sea especial y que tenga «algún obsequio» por su trabajo).

Suelo visitar la feria todos los años, para salir de la misma absolutamente frustrado. Cada año el volumen de expositores es menor, abandonando el «sarao» ante su falta de resultados y prefiriendo invertir en otras acciones de comunicación, más cercanas como las visitas a los centros, o más más «sonoras» como campañas en los medios de comunicación. Pero todavía colea como un reducto del siglo pasado.

Pasar por AULA es enfrentarse al erial del marketing ombliguista. Enormes espacios en los que el ruido es ensordecedor, en los que mantener una conversación mínimamente interesante con un responsable de un centro es casi imposible y en los que el marketing promocional en su versión más cutre y chusca se convierte en el principal protagonista.

Comprendo que la chavalería disfruta con AULA. Para muchos (la mayoría) es un día de excursión. Divertido y sin mayores pretensiones. Sus profesores y orientadores recorren con paciencia los espacios de las universidades viendo más de lo mismo, recuperando una información que no ha cambiado, ni en contenido ni en la forma de presentarse, en los últimos 15 años.

Hablamos mucho de la Escuela 2.0, del uso de las tecnologías en el aula, de nuevas propuestas de valor de las organizaciones, utilizando los nuevos entornos de comunicación y colaboración. Pero ir a AULA nos hace darnos de bruces con la realidad más abrupta: nada cambia.

¿Tiene sentido AULA en estos tiempos? Desde el punto de vista del Marketing creo que no. No se si fue Peter Drucker el que dijo que el Marketing era demasiado importante como para dejárselo al Departamento de Marketing, pero cuando hablamos de Marketing Educativo esa reflexión se nos presenta en toda su crudeza. Tal vez algunos responsables de captación de alumnos pasan el año preparando su estancia de una semana en IFEMA. A lo mejor algunos orientadores de bachillerato o secundaria no son capaces de saber las opciones existentes para sus alumnos sino les dan una tonelada de papeles. Posiblemente no sea de recibo eliminar la pertinente excursión a un recinto ferial de los chavales tras la tensión de la última evaluación. Pero si todo eso pretende mostrar el camino a seguir por los centros educativos respecto a la relación con sus futuros»clientes» en el nuevo milenio no es difícil entender como les va a algunos centros en lo que respecta a la captación de nuevos alumnos.

Ah, es verdad, que la universidad está cambiando… dicen….

Un post distinto, un hombre diferente

Infoconocimiento es un espacio de expresión creado hace ya mucho tiempo en el que hablo de aspectos relacionados con la Web Social, con la Universidad y con todo lo que tiene que ver con mis intereses profesionales. Algunas veces me he posicionado claramente ante problemas políticos o sociales, pero creo que nunca había escrito un post de estas características, es decir, mostrando sin ambages mi opción ante una determinada vía política.

Dentro de unos días se celebran elecciones en la Universidad de Alcalá, mi alma mater, de la cual me siento tan orgulloso como el día lejano de 1992 en que terminé la carrera. Allí me formé, conocí grandes amigos, aprendí que un historiador podía usar un ordenador y comencé mi carrera profesional. El mismo año que terminé mis estudios, cuando apenas habían pasado unos pocos meses, el profesor de Historia Económica, entonces Director del Centro de Estudios Norteaméricamos, José Morilla Critz, me ofreció participar en un proyecto de investigación y en la docencia universitaria. Algo que nunca pensé que sería mi pasión, el camino que acabaría siguiendo mi vida.

Eran años en los que yo peleaba con Manuel Gala, el viejo Rector que convirtió a la Universidad de Alcalá en una universidad de nuevo. Desde mi puesto de Presidente del Consejo de Estudiantes discutía con D. Manuel (o Manolo, para todos nosotros) sobre los cambios que se acercaban a la Universidad. Eran los momentos en los que aparecía la estructura de créditos, los años en los que los Masters comenzaban a ser acogidos por los centros universitarios y la época en la que algunos profesores como Pepe Morilla nos machacaban de forma inmisericorde con la necesidad de innovar y de internacionalizarnos para conseguir la excelencia. Y era un momento de crisis. Muy parecida a la actual. En la que parecía que hacer las cosas de forma diferente no tenía sentido, sino que el objetivo era tan sólo conseguir nadar y salvar la ropa.

Años de conversaciones con Pepe Morilla, años que fueron templando mis ideas. Años en los que, entre otras cosas, descubrimos que aquella cosa llamada Internet que nos exigían nuestros alumnos norteamericanos podía ser el futuro. Y conversaciones eternas acerca de lo que Pepe pensaba que debía ser la universidad del futuro. Años en los que aprendí el significado de la palabra lealtad unida a la palabra compromiso. Años que cuando aparecen frente a mí me reflejan exactamente tal como soy hoy.

Pepe se presentó a Rector hace unos años. Nadie daba un duro por su candidatura y tuvo que lidiar con uno de los peores dramas que una persona puede hacer frente en su vida. Aciagas fechas que, pese a todo, no le arredraron. Siendo consciente de que batallaba contra molinos de viento, optimista y sin dejar de soñar con la renovación de una pequeña universidad pública sumida, nuevamente, en la salida de una crisis. Perdió él y nunca he dejado de pensar que perdió la Universidad de Alcalá. Pero entonces yo no era docente universitario y no me sentía capacitado para poder decir en público que la elección era equivocada.

Hoy las cosas son distintas. Tras muchos años en la Universidad de Alcalá, Pepe Morilla vuelve a presentarse como candidato a Rector. Como siempre ha hecho las cosas. Sin gritos, llanamente y dispuesto a hablar de todo desde la tolerancia pero sin ceder ante una idea clara: la universidad pública española ha de cambiar. La universidad pública no puede seguir estancada. Es necesario avanzar para adaptarse a los nuevos tiempos. Yo sinceramente creo que Pepe Morilla es la mejor opción. Es la persona que puede devolver a la Universidad de Alcalá a la senda de la que nunca debió alejarse.

No puedo votar en esas elecciones. Tuve que marcharme de la casa que amaba tras estrellarme una y otra vez contra el inmovilismo de una casta que prefería mirarse su ombligo, ajeno a la realidad. No votaré, pero seguiré el proceso con la misma ilusión que cuando me sentía parte de la organización que hizo de mí lo que hoy soy. Y a cualquier persona que me pregunte le diré, «Mira a Pepe a los ojos, habla un rato con él y seguro que observarás la universidad pública que debería tener nuestro país»…

Internet @amordazado

Llevo usando Internet desde 1992, cuando sólo éramos cuatro colgados los que nos comunicábamos a través de esa cosa rara que tenían los americanos. He visto aparecer la Web y he vivido las guerras de los estándares, de los navegadores, la aparición de la «Nueva Economía» y el reventón de las punto com. He asistido al nacimiento de la Web 2.0 y me gano la vida contando mentiras sobre las bondades de la Web Social. Mentiras enormes que mis alumnos escuchan unas veces sorprendidos y la mayor parte de las ocasiones escépticos. Que Internet cambia el mundo, que permite mayor libertad, que miles de personas colaborando logran mucho más que un solo individuo peleándose contra gigantes.

Y en paralelo he vivido el ascenso de una idea perniciosa sobre la libertad y el poso que dejó en millones de personas. La idea, que supera los conceptos políticos, sociales y económicos, de que el mercado se regula por sí solo. Esa entelequia falsa que nos ha llevado, de nuevo, a una crisis que afecta a los de siempre, a los que no se prejubilan con millones de euros, a una pérdida de ideas claras, a un no saber qué hacemos aquí hasta que nos lo diga alguien ¿quién? ese mercado maravilloso ejemplificado por el líder del año. Da igual, para qué vamos a regular si el «buenismo» del entorno lo hará por nosotros. Tanto fuera de la Red como dentro de ella.

He disfrutado pudiendo acceder a contenido que eran inimaginables hace 10 años. Y lo sigo haciendo. A diario. Para mi la Red todavía es el mayor espacio de libertad en el que jamás he vivido. Soy un ingenuo compulsivo. ¿Realmente Internet es libre? ¿Es cierto que vale todo?. Por supuesto, para los que dominan las industrias tradicionales, Internet es una amenaza. Y buscan su control. Da igual que sigan adorando dioses muertos hace años. Son los que mandan y lo de menos serán los Manifiestos ante cuestiones injustas. Debe ser la Red que ellos quieren, la de los que mantienen la sartén por el mango y ante los que es tan fácil revelarse.

También veo la dictadura de los que permanecen en silencio. Los que se convierten en adalides de una libertad en la nube. Aquellos que insisten en que usar sus servicios nos hará mejores, independientes, libres, en definitiva. ¿Libres o atados a sus reglas?

Conversación, la eterna promesa de los que no tienen ojos, aunque sí bolsillos. Una bonita promesa para los incautos que imaginan que es mejor enfrentarse a una URL con sede en Chiquitistán. Podemos decir lo que queramos, siempre que no rompamos los «términos de servicio». Esos que nadie conoce, que santifican los ajustes de un mercado absolutamente libre. Y que permiten que los poderosos puedan apretar la bota cuando quieran. ¿Redes Sociales? Una nueva religión que debes aceptar. Comunícate, habla de ellas, incluso enseña a los niños a usarlas. Serán felices, ya que tendrán en su bolsillo la pastilla azul. Si, especialmente a los niños, que son los consumidores del mañana, los que hacen grande la red, los que prometen un futuro maravillosos a las URL de Internetlandia.

No sea Usted díscolo. No muestre otras cosas que se salgan del guión establecido. O el mismo ser benévolo que promete un mundo feliz le expulsará. No vaya hablar de miserias en un mundo de felicidad donde todo se mide en esquinas redondeadas y discursos vacuos. Si lo hace será expulsado. Repudiado. Y por qué no, denigrado. No denuncie, no ataque, no muestre lo que no interesa no vaya a ser que los otros, «lo que mandan» tengan la tentación de poner freno a la espiral del mercado.

¿Conversación? Unidireccional. ¿Ajustes? siempre expulsando a los desagradables. ¿Futuro? el que ellos dictan. ¿No te gusta? No sabes de qué hablas. ¿Libertad? por favor…

Y mientras tanto, la Red se auto protege. Total, ya se habla de vez en cuando de alguna actuación de «los que mandan» en la tele, así que, no nos toques más las narices…

#mmadrigalNOW

@amordazado

NO A LA CENSURA CONTRA MARCELINO MADRIGAL

Hace unos minutos comenzaba a correr como la pólvora la increíble noticia. Twitter decidía cancelar las cuentas de Marcelino Madrigal y de @inapropiado por considerarlas con contenido no acorde a sus reglas. ¿Qué reglas? ¿Existen reglas para que alguien no denuncie diariamente abusos contra niños? Marcelino lleva meses publicando enlaces desagradables. Comenzó a hacerlo tras decenas de correos enviados a la Guardia Civil, a la Policía Nacional y por supuesto a los responsables de una de las redes sociales que más ontenido pederasta contiene, Windows Live.

Marcelino primero fue expulsado de esa red. Microsoft debió considerar más molesto que alguien mostrara a diario a los miserables que sin pudor acosan a niños que el tratar de expulsar y poner a disposición de las autoridades a semejantes desgraciados. Marcelino continuó lo que algunos pretenden denominar como cruzada sin sentido en Twitter. Acosando a esos seres repugnantes, publicando enlaces abiertos para que todo el mundo pudiera ver qué es lo que ocurre en las Redes, cómo las empresas no se preocupan más que por conseguir aumentar sus vías de negocio, aun a costa de que sus sitios se conviertan en un nido de pornografía infantil repulsiva.

Y he aquí que de pronto, en el entorno que todos suponían que se mantenía la libertad, vuelve a producirse la censura. Marcelino Madrigal y la persona que más le ha acompañado en la lucha son borrados de un plumazo. Si la cuenta desaparece la vergüenza se borra, deben pensar los dueños del pajarito. Atrás quedan eternas conversaciones con promesas sin sentido desde Presidencia de Gobierno. Atrás quedan meses y más meses tratando de despertar una conciencia que permanece dormida y que solo entiende de zarandajas del momento.

Twitter debe devolver la cuenta a @mmarcelino y a @inapropiado. Y debe hacerlo ya. De no hacerlo demostrarán, una vez más, que las grandes corporaciones son las mejores aliadas de los delincuentes de Internet. Y que estos existen, por y gracias a ellas.

Puedes seguir en tiempo real el hashtag #mmadrigalNOW aquí

Aprendiendo en la Red

Tuve la ocasión de conocer a Antonio en un congreso en Málaga hace unos meses. Además de seguirnos mutuamente por Twitter es una persona con la que siento especial afinidad por la forma en que usa la tecnología tanto para su aprendizaje como para ayudar al de sus alumnos. Acaba de publicar una presentación en Prezi que reproduzco aquí, ya que no puedo estar más de acuerdo con ella, en todos sus puntos y con todas sus herramientas.

A veces lo más simple es lo más sencillo… y efectivo!

Huelga General

Escribir un post con este título puede llevar a pensar que el firmante está de acuerdo con una acción de carácter absolutamente excepcional y que suele generar más problemas que soluciones, pero esto no es más que un ejercicio de predicción de un hecho que creo se va a producir de manera imparable.

Los gobiernos del PSOE de Felipe González ya vivieron esa situación y desde luego la huelga del 14 de diciembre de 1988 permanece en la retina de muchos ciudadanos de nuestro país como el momento en el que se ejemplificó la ruptura entre un gobierno socialista y sus clásicos aliados sindicales. Desde entonces ha habido más, con mayor o menor éxito de convocatoria y con consecuencias que siempre son imprevisibles.

¿Por qué estoy convencido de que va a haber una huelga general en los próximos meses? Es fácil, la situación de la economía española ha llegado a un punto tal que los sindicatos no pueden hacer más que tomar la iniciativa en un momento en que sus propias bases se preguntan qué respuestas tomar ante 4,3 millones de parados y ante un incremento del desempleo que parece no tener fin. Si a ello se le suma la propuesta de alargar la edad de jubilación de forma paulatina hasta los 67 años, las medidas de recorte presupuestario y las propuestas que el viernes se pondrán sobre la mesa de reforma laboral, la única salida parece ser la más drástica.

¿Realmente una huelga general puede solucionar una crisis como la que sufrimos? Personal y sinceramente creo que no, todo lo más agravarla. Cientos de empresas cerradas durante un día, miles de horas de trabajo perdidas en un país que no brilla precisamente por su productividad. Un «zapatazo» sobre la mesa que no parece que pueda frenar las reformas coyunturales necesarias en un país que tradicionalmente mira hacia otro lado cuando de solucionar sus problemas se trata.

Pero explicada mi posición, aunque con matices, puesto que también pienso que hay graves errores políticos y económicos que son los que llevan a esta encrucijada, quiero jugar a profeta por una vez (siguiendo una línea de conversación que abría hace unos días en Twitter): ¿cuándo se va a producir lo que yo veo como inevitable? ¿qué va a significar políticamente para un país que vive una crisis mayúscula en el ecuador de la legislatura?

Mi apuesta, atreviéndome a poner fechas y asumiendo que la convocatoria va a llegar en dos o tres semanas, juega con dos fechas, ambas cargadas de significado político. 23 de marzo y 15 de abril (día arriba, día abajo). El mes de marzo, tras lo que ocurrió hace seis años está marcado como un mes crítico en el calendario. No obstante la cercanía de la Semana Santa puede llevar a los convocantes a plantearse que es demasiado pronto (hay que contar con ajustes en la negociación que lleven a dilatar la convocatoria algunas semanas). De igual manera, el 15 de abril puede ser considerado clave para muchos militantes sindicales por la cercanía con una fecha histórica sin que sea canibalizada por la misma. Permite el tiempo suficiente de «negociación» como para no ser tachados de oportunistas o de radicales y refuerza el hecho de que el clima en esos días puede permitir que las consiguientes manifestaciones sean multitudinarias.

Manifestado ya respecto a las fechas, queda el asunto del seguimiento y «simpatía» de la misma. Por parte de la oposición al gobierno (salvando las tradicionales fuerzas de izquierda) entiendo que el apoyo va a ser tibio en algunos casos, implícito en la mayoría de ellos. A un año vista de elecciones autonómicas el golpe moral de una huelga general es lo suficiente tentador como para no dejarse atraer por él, aun a costa de los problemas que eso supone. PP y CIU, especialmente, pueden mirar de reojo satisfechos ante una contestación generalizada a un gobierno que vive sus horas más bajas, apelando a la responsabilidad pero deseando que el gobierno se tambalee.

Los sindicatos pueden lograr recuperar algo del descrédito alcanzado al convertirse en convidados de piedra en una crisis que les ha pillado por sorpresa. En una sociedad tan terciarizada, donde miles de ciudadanos consideran que el papel de los sindicatos está en decadencia, volver a la calle obteniendo un éxito de movilización es una baza que casi están obligados a jugar.

Los ciudadanos y a la postre huelguistas, convencidos o no, pueden sentir que parar un país durante 24 horas es el último recurso del pataleo ante una situación que no controlan y de la que parece no van a poder escapar. Sentirse parte de algo mayor e importante es parte de nuestro comportamiento irracional y la irracionalidad como respuesta a los problemas suele ser un caballo sencillo al que subirse.

Las confederaciones de empresarios evidentemente no apoyarán una acción que ataca directamente contra su filosofía. Y menos aún siendo justificada por un cambio en las relaciones laborales que, aunque no vaya a ser lo que ellos pedirían, se acercará algo a sus deseos. Pero, al igual que los entornos conservadores, pueden mirar hacia otro lado con la perspectiva de que la huelga signifique atisbar un cambio de gobierno a corto o medio plazo que pueda incidir más adelante, cuando la inevitable recuperación económica se produzca, en mayores reformas.

Y finalmente, el Gobierno, lógicamente se verá atenazado por una respuesta en la calle de los mismos que hace seis años le votaron al tiempo que gritaron «no nos falles». Recibirá un mazazo en la línea de flotación que puede suponer su principio del fin. Pero por otro lado, de plantearse en las fechas antes citadas, quedará un año para recuperar pulso político y llegar a las próximas municipales y autonómicas con tiempo suficiente para evitar descalabros como los que se anuncian, así como para tratar de salvar la legislatura, teniendo dos años por delante que le permitan tener garantías de revalidar su victoria.

Como este es un blog en el que trato de centrarme en la Web Social, falta por ver cómo se planteará la situación en los nuevos medios, redes sociales, blogs, Twitter… Será la primera vez que la partida se juegue también en un tablero virtual. Saber quién conseguirá dar el Jaque resulta fascinante, pero averiguar quién será el que logre el Mate es algo que solo será posible saber con el tiempo. Y por mucho blog que tengamos, éste no es una bola de cristal, ¿no?….