Motivos por los que hacer un máster en Social Media

Hacer un máster en Social Media puede ser un paso definitivo para tener éxito en el ámbito profesional y, especialmente, para mejorar las habilidades como gestor de redes sociales en una empresa. Aquí te dejo 10 motivos por los que hacer un máster de estas características te puede ayudar a obtener un mejor recorrido académico y laboral:

  1. Aprendizaje especializado: Un máster en social media puede proporcionar una educación especializada y en profundidad sobre las estrategias, técnicas y herramientas más efectivas para gestionar y crear contenido para plataformas de redes sociales.
  2. Demandado en el mercado laboral: La demanda de especialistas en social media está en aumento y tener un título de posgrado puede hacer que su currículum se destaque en un campo altamente competitivo.
  3. Desarrollo de habilidades: Al cursar un máster en social media se adquieren habilidades en gestión de comunidades, análisis de datos, estrategia de contenidos, publicidad en línea, SEO, entre otros, lo que puede mejorar las habilidades técnicas y comerciales que se buscan en el mercado laboral.
  4. Comprender las últimas tendencias: Los programas de máster en social media suelen centrarse en las últimas tendencias y novedades en el mundo de las redes sociales, lo que permite a los estudiantes mantenerse actualizados sobre las últimas herramientas y técnicas.
  5. Desarrollo de redes: Al cursar un máster en social media, los estudiantes tienen la oportunidad de establecer contactos con otros profesionales de la industria, lo que puede ser valioso para encontrar oportunidades laborales y colaboraciones futuras.
  6. Experiencia práctica: Muchos programas de máster en social media ofrecen la oportunidad de trabajar en proyectos prácticos en los que los estudiantes pueden aplicar las habilidades y estrategias que han aprendido en el aula.
  7. Innovación empresarial: Los programas de máster en social media a menudo enseñan cómo aplicar las técnicas de social media a la innovación empresarial y pueden proporcionar a los estudiantes una comprensión más amplia de cómo las redes sociales pueden ayudar a las empresas a crecer y expandirse.
  8. Desarrollo de una marca personal: Los estudiantes que completan un máster en social media pueden mejorar su propia marca personal y ampliar su presencia en línea a través de las habilidades y estrategias que han aprendido.
  9. Capacidad para trabajar en diversas industrias: Un máster en social media puede ser útil para una variedad de campos, ya que muchas empresas y organizaciones están utilizando las redes sociales para promocionar sus productos y servicios.
  10. Crecimiento profesional: Un título de posgrado en social media puede abrir puertas a oportunidades de crecimiento profesional y ascensos en una empresa o industria.

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Un mes para las elecciones: ¿La Universidad? Ah, esa cosa molesta…

Falta un mes para que en España se celebren elecciones generales. Todo el mundo coincide en que esta cita electoral va a ser una de las más importantes de los últimos años. Tal vez porque el gobierno resultante de las mismas debe ser el encargado de llevar adelante la tan cacareada recuperación económica. O porque el escenario electoral presupone cambios en la composición del Parlamento. O simplemente porque es la coletilla que hay que decir o publicar mediáticamente en las vísperas de cualquier elección de un nuevo gobierno.

En el próximo mes seguro que asistiremos a la avalancha de propuestas y promesas electorales, de uno u otro signo. Los partidos políticos nos sorprenderán con ese documento llamado «Programa Electoral» que suele asemejarse a una carta a los Reyes Magos. En la que lo único que no aparece es el carbón que tantas veces recibimos los ciudadanos. Esos programas que mezclan de forma alquímica ingredientes tan variados como confusos, para que finalmente la actuación de gobierno se desarrolle en el día a día «a como dé lugar»…

¿Cuáles son las propuestas de los principales partidos políticos para la universidad española? A un mes de las elecciones seguimos sin saberlas. Bien es cierto que la universidad es la eterna damnificada por comisiones y subcomisiones de expertos que desarrollan documentos que acaban por convertirse en papel mojado. Trabajos que acaban durmiendo el sueño de los justos sin que se tomen decisiones al respecto y que significan que la universidad continúe siendo un paquebote a la deriva. Expertos, de todos los colores. Opiniones, en medios especializados y en tertulias. Papeles, tan trasnochados como las viejas fichas amarillentas que todavía se ven en algunas aulas. Propuestas, pocas, sin concretar, sin discutir y, sobre todo, sin aplicar.

elecciones20d¿Qué quieren hacer los partidos políticos españoles con la universidad española? ¿Qué piensan de la gobernanza de las universidades? ¿Cómo plantean afrontar las necesidades de financiación? ¿Cuál es la opinión acerca de los estudios de Grado o de Postgrado y su calidad o falta de ella? ¿Cuáles son los planteamientos acerca de los retos ante la enseñanza-aprendizaje universitario en la denominada «Sociedad del Conocimiento», desde el punto de vista del día a día? ¿Cuál debe ser el papel de la universidad ante estudiantes que no tienen nada que ver con los de hace décadas? ¿Qué pueden esperar los profesores de la universidad? ¿Cuál va ser ser carrera dentro de la misma? ¿Cómo va la universidad a afrontar el desarrollo y la transmisión de la ciencia y el conocimiento los próximos años? ¿Cuál debe ser el papel de las instituciones de la sociedad y del entorno, desde las empresas hasta las organizaciones sociales? ¿Quién debe participar en ello? ¿Cómo? En definitiva, ahora que tanto se habla de reformas, ¿qué reformas se proponen para la universidad y quiénes deben actuar como motor para desarrollarlas?

En España tenemos 83 universidades, entre públicas y privadas. Es posible estudiar más de 2600 Grados y más de 3600 másteres. Más de un millón y medio de estudiantes están matriculados en las diferentes opciones. Y hay más de ciento quince mil profesores. Con un presupuesto global cercano a los diez mil millones de euros. Pero todo esto parece no ser lo suficientemente importante para las fuerzas políticas, TODAS, que nos pedirán, rogarán e incluso exigirán su voto durante las próximas semanas.

La universidad es una de las piezas clave de un país. La educación lo es. Y la educación superior se convierte en el último proceso que permite a una nación tener personas y profesionales preparados para asumir los retos más complicados. Un país que no sea capaz de conseguir que su sistema universitario avance es un país con el freno atascando las ruedas motrices. Pero de nuevo nos encontramos ante la inanición de propuestas, de ideas, de debate. No necesitamos grandes planteamientos genéricos, como no me cabe duda de que aparecerán en esos panfletos electorales que están por llegar. Tenemos la imperiosa necesidad de saber qué es lo que se quiere hacer, en todos los aspectos. Y la garantía de que se tratará de llevar adelante.

Seguiremos esperando hasta que, quién sabe, cuando los nuevos planteamientos lleguen sea demasiado tarde…








Reinvención

Siempre he pensado que no es malo reinventarse académicamente. Al menos en mi caso ha sido una constante desde que terminé mi licenciatura en Filosofía y Letras (Geografía e Historia), allá por el año 1992. Después de trabajar en la Universidad de Alcalá como profesor de historia comencé a desarrollar mi labor profesional en el mundo del marketing y me formé en ese área hasta el punto de que a día de hoy sigo viviendo en buena medida de todo lo que aprendí en aquellos años. La mayoría de la docencia que imparto en la universidad tiene que ver con el marketing online y los negocios digitales, aunque también con el marketing tradicional, la gestión del conocimiento o la dirección de empresas.

Cuando empecé a trabajar con mi tesis doctoral empecé a desarrollar buena parte de mi trabajo en el entorno de la educación y la tecnología que puede apoyar los procesos de enseñanza y aprendizaje. Y de hecho la mayor parte de mis publicaciones tienen que ver con la tecnología educativa, además de continuar impartiendo de vez en cuando docencia en ese campo de conocimiento.

NubedePalabrasNube de palabras creada para una posible presentación como profesor en una primera clase de ELE. Actividad para la asignatura «Los textos literarios y los medios de comunicación en la clase de ELE»

 

Pero este año sentí que era momento de dar una nueva vuelta de tuerca. Por eso, pese a que estaba enfrascado en el desarrollo de mi segunda tesis doctoral, sobre gobernanza universitaria, he decidido aparcar (temporalmente) ese proyecto y lanzarme a la aventura de cursar un máster en enseñanza de español como lengua extranjera. Algo que no tiene nada que ver con mi formación previa, puesto que mis conocimientos de lingüística son lógicamente muy limitados, ni con mi experiencia profesional, ya que nunca he enseñado español. Sin duda todo un desafío y también una sensación de vértigo ante el enorme trabajo que me espera los próximos meses. Ahora entiendo mejor a los cientos de alumnos de máster que he tenido durante estos años: el reto de llegar al final es mayúsculo. Pero el hecho de volver a ser alumno es excitante y motivador hasta niveles impensables.

Durante los próximos meses en Infoconocimiento se hablará también de la enseñanza del español. Un campo que me resulta tan apasionante como complejo y al que espero poder aportar siquiera un granito algún día.

Como siempre me gusta recordar, aunque no sea en español, «Life is a Journey, not a Destination…»








Educación para la innovación. Innovación en la educación

Hace un par de años me enfrenté a un concurso público para la selección de profesor titular de la Universidad Autónoma de Bucaramanga, en su Facultad de Educación. El proceso conllevó entrevistas personales, psicotécnicos, evaluación exhaustiva de mi curriculum y algo que me parece fundamental en cualquier selección de profesorado: una disertación pública ante un tribunal sobre un tema que la facultad propuso.

Tras ganar la plaza, a los pocos meses tuve que renunciar a la misma por cuestiones personales, como ya he comentado en alguna ocasión en este blog. Pero no obstante, recordando aquellos días de tensión ante el examen que me iba a proporcionar una plaza de profesor titular, he caído en la cuenta de que no había compartido la presentación que utilicé.

Obviamente se trata de una presentación de apoyo a la que le falta el contenido que fui desgranando en los cerca de 45 minutos que duró, tras los cuales se produjo un interesante turno de preguntas y respuestas sobre la misma. Pero creo que sigue estando de actualidad y que sigue marcando la vía por la que la educación ha de discurrir. Como docentes debemos innovar siempre. Y hemos de pensar que gracias a los procesos innovadores en la educación nuestras sociedades a su vez continuarán innovando para ser mejores.

No dejemos de hacerlo. Aunque a veces pueda parecer que nos enfrentamos a una montaña de problemas, la satisfacción obtenida por nuestros alumnos será tan gratificante que, sin duda, merece la pena…








La reforma de las universidades públicas españolas I

La universidad es una de las instituciones más antiguas del mundo occidental. Desde hace más de 900 años las universidades han sido parte fundamental en nuestras sociedades. Con cambios, a veces demasiado lentos, que les han permitido mantenerse como organizaciones garantes del saber, la ciencia y el progreso humano. Todavía hoy, inmersos en un mundo en el que todo muta a rápida velocidad, la mera palabra «universidad» nos evoca el concepto de lo universal, de la reflexión reposada, de la búsqueda de la sabiduría y del avance de los pueblos.

La universidad ha sido el estadio último del aprendizaje durante siglos. Con todos sus problemas, muchas veces derivados del dogmatismo de sus gestores, otras muchas de su falta de medios y no menos por culpa de sus propias estructuras, que han frenado su rumbo más que acelerarlo. Pero ahí siguen, como parte fundamental de nuestras sociedades. Imbuidas aún en una aureola que las sigue haciendo punto de referencia del conocimiento en el imaginario colectivo.

La idea de qué es lo que debe ser una universidad es tan amplia como aquel que la plantee. Si bien en los últimos años parece haberse integrado en nuestro entorno la visión de que la universidad debe ser sobre todo el espacio en el que se forman buenos profesionales, adaptados a las necesidades que demanda el mercado empresarial, convertido en un único y supuesto espejo de la sociedad. Los argumentos que refuerzan esta visión son autoconcluyentes: solo tiene sentido la formación superior para encajarse con lo que las empresas necesitan. Y hasta ahora parece, según algunos, que las universidades han hecho dejación de esta obligación. Ideas tan fútiles como que la universidad debe ser el espacio máximo de reposada reflexión ante el conocimiento, el entorno en el que las diferentes áreas de la ciencia se desarrollen, la organización que permita avanzar en el desarrollo humano y personal de estudiantes y profesores o una institución que integre y al mismo tiempo se convierta en actor modelador y con capacidad de transformación de los espacios territoriales en los que se asienta, parecen estar hoy trasnochadas.

BoloniaEl sistema universitario español está compuesto por entidades públicas y privadas. 50 universidades son de titularidad estatal frente a las 37 (en junio de 2015) de titularidad privada. Dentro de las universidades privadas las hay de todo tipo: laicas y religiosas, grandes y pequeñas, con más o menos calidad… Partícipes legítimos de un sector, el de la educación superior, cada vez más liberalizado y en el que cada una de ellas se sitúa como considera conveniente, de acuerdo a las reglas del propio mercado educativo y, obviamente, a su misión, visión o posicionamiento estratégico. Con mayor o menor apoyo de las instituciones públicas, fundamentalmente de las comunidades autónomas, responsables últimas de la educación por cuestiones competenciales, sin olvidar el control que en último caso puede ejercer una institución de carácter nacional como ANECA.

Por otro lado en España tenemos 50 universidades públicas, constitucionalmente autónomas en su funcionamiento, dependientes financieramente de la administración y también sujetas al relativo control que puede efectuar la citada agencia nacional ANECA. Algunas inmensas en su tamaño y otras realmente pequeñas y con influencia mínima en el plano nacional, pero con obligaciones, al menos sobre el papel, ante los ciudadanos españoles que, en último término, son los que financian su existencia.

Llevamos varios años hablando de la reforma que necesitan las universidades públicas. Indudablemente en el aspecto financiero, pero también en el de la gestión y gobernanza de estas organizaciones. Y por supuesto en cuestiones relativas al acceso a la función docente, al papel que deben tomar los estudiantes, a la «calidad» o falta de ella, a la estructura de los planes de estudios, mil veces reformados sin salir de la frustración perenne que genera el observar que dicha reforma no se adapta a lo que la universidad debería ofrecer y, tal vez más importante, se pliega a lo que posiblemente no sea.

En esta nueva etapa que comienzo en INFOCONOCIMIENTO voy a tratar de reflejar cuáles son las necesidades que ha de cubrir la enseñanza superior en España. Desde el punto de vista de las universidades públicas. Universidades que nos pertenecen a todos, que son parte de nuestro acerbo cultual y social y que sin duda son organismos tan complejos que no deberían estar sujetas a opiniones de trazo grueso o veleidades marcadas por la ideología económica dominante, aunque sean realizadas específicamente desde tal o cual comisión de expertos creada para ello (ya se sabe, si quieres que algo no funcione, crea una comisión…)

La serie de posts que empezaré a publicar a partir de ahora tendrán como objetivo mostrar que otra universidad pública no solo es posible, sino absolutamente necesaria. Y que el cambio ha de afrontarse ya. No podemos seguir escudándonos en la citada autonomía universitaria para evitar exigirlos y llevarlos a cabo. Por motivos obvios: el bien común, la responsabilidad ante la ciudadanía y el mantenimiento de la misión que se supone tiene la universidad. No espero que mis planteamientos sean aceptados. Ni tan siquiera espero que sean tenidos en cuenta. Pero tras tantos años de trabajo en la universidad no los quiero dilatar más…








Los currículos y las justificaciones de méritos en la universidad española

En España hay 83 universidades, entre públicas y privadas. A ellas se suman un sin fin de institutos y centros de investigación. Y por supuesto 11 agencias de acreditación universitaria, 10 que dependen de las comunidades autónomas y una de ámbito estatal: ANECA. Imaginemos que un profesor quiere solicitar una acreditación como profesor en alguna de las figuras ya comentadas profusamente en este blog (Ayudante Doctor, Profesor Contratado Doctor, Profesor de Universidad Privada, Profesor Titular, Catedrático…). El primer paso para ello será elegir con qué agencia intentarlo. ANECA tiene validez en todo el país pero las 10 «Anequillas» pueden ser también una alternativa. Una vez elegida la agencia, el solicitante deberá registrarse en la aplicación informática correspondiente y rellenar un completo curriculum en el que aparezcan todos sus méritos docentes, investigadores y profesionales. ¿Todos? No. Obviamente solo aquellos de los que en su día al solicitante se le ocurrió pedir un papel que certifique haber hecho tal o cual actividad. Si hace 10 años organizaste un congreso y trabajaste más horas que el sol más vale que tengas un documento que lo certifique o aquello no habrá pasado. Lo mismo ocurre con las actividades profesionales. Ay de ti como no pidieras un certificado o como en tu contrato no apareciera el nivel profesional que desempeñaste en la organización. Mejor no ponerlo, puesto que si piensas que con ello vas a compensar los dichosos artículos incluidos en el índice JCR de los que careces, más vale que lo vayas olvidando.

Una vez que el formato de currículo ha sido rellenado es necesario preparar un dossier en el que todos y cada uno de los méritos aparezcan justificados. Lo que no se pueda justificar con un documento no existe. Lo de menos es si se han adquirido unas capacidades, habilidades o conocimientos sobre cualquier cuestión. Lo importante es el papel con un sello. Esas son las normas, muy enfocadas, según dicen, en la búsqueda de la «Calidad» y en homogeneizar todas las solicitudes. Así pues, con todos los documentos posibles se genera un inmenso dossier que en unas ocasiones se entrega en formato digital y en otras en papel. Hará bien el solicitante en escanear ese documento. Sus cuitas no han comenzado siquiera.

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Imaginemos ahora que el solicitante consigue lograr la ansiada acreditación. A partir de ese momento podrá presentarse a una plaza en la universidad pública. No insistiré en la dificultad de que estas se convoquen, ni en los sempiternos problemas de endogamia de las universidades españolas, que llevarán a que muy probablemente la plaza esté concedida antes de que salga a concurso. El candidato, para poder presentarse a la plaza, deberá rellenar un nuevo currículo y presentar la consabida justificación de los méritos. ¿Qué tipo de currículo? Uno diferente por cada universidad, con una ordenación distinta de los capítulos que lo conforman. Teniendo en cuenta que todas las universidades públicas juegan con su cacareada «autonomía universitaria» para crear su propio modelo, tenemos 50 tipos de currículo y 50 tipos de justificaciones diferentes. Algo cada vez más seguido también por las universidades privadas, que crean los suyos propios.

Por supuesto los modelos pueden también variar entre las diferentes figuras de profesorado y lo más seguro tal vez no sea igual el modelo para una plaza de Profesor Asociado que para una de Ayudante Doctor o de Profesor Contratado Doctor. Eso sería poner las cosas muy sencillas y todo el mundo sabe que en la universidad la «Calidad» hoy es un valor que ha de conseguirse por la diferenciación.

Los expertos en Recursos Humanos aconsejan que un curriculum vitae no supere una página y en ningún caso las dos. Yo tengo media docena de currículos que me han ido pidiendo distintas universidades. El más light tiene 11 páginas, el de la FECYT supera las 30 y el de ANECA se acerca a las 70. Y llevo creados ya cuatro dossieres de justificación de méritos, que oscilan entre las 350 y las 500 páginas, en los que se cuenta prácticamente lo mismo, eso si, ordenado de una forma diferente, para que no haya dudas de lo única y especial que es la organización universitaria en la que se entrega.

Se habla mucho de la necesaria reforma universitaria. Y se pone el acento en cuestiones como la financiación de las universidades, la gobernanza o la enésima reforma de los planes de estudios. Pero hay disparates de los que no es rentable hablar. Tal vez sea porque los que pretenden hacer reformas en la universidad no son capaces de atisbar ni tan siquiera cómo se accede (o no) a ser profesor en ellas. Y así seguiremos… Rellenando solicitudes, haciendo currículos, creando dossieres…








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