Trolls 2.0

Los Trolls no son algo que haya aparecido con la Web 2.0. Posiblemente desde los inicios de Internet, la opción de utilizar la comunicación mediada y anónima ha permitido que personas, en muchos casos absolutamente normales, pacíficas y educadas usen la Red para lanzar insultos, traten de reventar foros, o pongan a prueba con su estupidez hasta donde llega la paciencia de un asistente en un chat. Tradicionalmente los Trolls no se conocían entre sí y su agresividad era rechazada en cualquier manifestación de Internet. De hecho el mensaje Don´t feed the Troll es muy conocido en cualquier participante de una comunidad virtual. Para evitar a una persona cuyo único interés sea llamar la atención usando insultos lo mejor es simplemente no hacer caso.

Con la llegada de los nuevos formatos de la web participativa estos sujetos viven una época de esplendor. Ya no es necesario registrarse en un foro o un canal IRC y ser baneado al poco tiempo, sino que miles de sitios web se abren ante ellos como una oportunidad para lanzar sus ofensas. Blogs, en menor medida redes sociales y de forma masiva las páginas de los periódicos digitales, permiten que los aburridos y anodinos individuos puedan transmutarse en molestos participantes de un sordo diálogo de besugos, faltón y ridículo.

Existe toda una teoría bastante compleja sobre los comportamientos violentos y antisociales de algunas personas al situarse frente al teclado, en la que se estudia a fondo el placer que se siente contraviniendo las convenciones y las reglas, convirtiéndose en el molesto energúmeno que busca un efecto dominó producido por sus acciones e incluso puede llegar a plantearse si la figura del troll llega a ser útil en determinadas comunidades «adormecidas». Un estudio antropológico de los usos comunicativos de Internet que no está ni tan siquiera cercano a ofrecer todas sus posibilidades. Pero hoy nos enfrentamos a un nuevo de tipo de troll.

Cualquiera que observe las páginas de los diarios digitales, especialmente 20 minutos y El País, aunque también es aplicable para el resto de periódicos «clásicos» on line, puede leer comentarios xenófobos, racistas, algunos más cercanos a ideologías neonazis que sin duda enrojecerían a sus autores si soñaran con plantearlos en público. El objetivo de los ataques siempre suele ser el mismo, el gobierno del país, la pesadilla que todo lo toca, ZP y sus votantes «imbéciles» y «apesebrados» se convierten en el objetivo de miles de comentarios denigrantes, insultos, ataques que van mucho más allá de la crítica ante hechos políticos o cuestiones sociales.

No, no pretendo plantear una defensa del gobierno ni de su presidente. Sino hacer ver que el trollismo como forma de ataque en los medios de comunicación ya es una moneda común. Alguno podría pensar que esto es resultado de la libertad de comentar como y lo que de la gana a los lectores. Y que en esa participación radica la grandeza de la nueva Web. Pero yo no soy tan ingenuo. Da igual que se hable de una manifestación, de los centros de inmigrantes o de Haidar. Ellos están siempre ahí, dispuestos a tratar de ofender mediante palabras gruesas.

¿Hay una campaña orquestada para que la participación en «la conversación» monopolice el discurso hacia una determinada idea? ¿El famoso «pásalo» tan recordado en las elecciones de 2004 vuelve a usarse como boomerang de forma encubierta y más agresiva? ¿O tan sólo la educación, la discusión civilizada y los argumentos están siendo dejados atrás en esta web tan «conversadora» para convertir a muchos «comentaristas» en máquinas vociferantes perfectamente dirigidas?

Gritos e insultos, actitudes fascistas e intolerantes por doquier… ¿otro peaje de la conversación o tan solo una trampa poco sutil?

Cuando la Web 2.0 se convierte en algo tangible

Este fin de semana he podido apreciar de primera mano como hay negocios que son capaces de dar el salto de la Comunicación 2.0 a la realidad tangible y generadora de beneficios. Que el sector de la hostelería está acogiendo correcta y positivamente las nuevas formas de presencia en Internet es algo que ya no sorprende. Pero siempre es agradable poder observar «in situ» si lo prometido se convierte en realidad.

Llevo algún tiempo revisando la estrategia del Hotel La Salve, un establecimiento situado en Torrijos, con una web que lo hace lo suficientemente atractivo como para intentar hacer una escapada de al menos un día. Al margen de sus servicios, ofrecidos en paquetes que incluyen Spá privado o sesiones de masajes de todo tipo posible, me sorprendía que una parte importante de su web está enfocada a mostrar su presencia en la Web Social. Ofertas especiales para los fans de Facebook, un blog algo desactualizado (casi sustituido por la inmediatez que ofrece la red social), cuenta en Twitter, presencia en Tuenti y por supuesto en todos los portales en los que es factible criticar los establecimientos hoteleros…

Pero no hay como acudir a una empresa que se crea lo que está haciendo y salir plenamente satisfecho tras observar que la verdad de la Web 2.0 puede tener su trasfondo en un pequeño pero ágil negocio. En el que su director te acoge desde el primer minuto, en el que el maitre te lleva al Nirvana del conocimiento de vinos, carnes o postres, en el que puedes navegar gratuitamente desde cualquier rincón del establecimiento si has sido tan enfermo como para no dejarte la máquina en casa. En el que incluso puedes hacerlo desde el propio receptor que tienes en la habitación. Donde por el hecho de conocer e interactuar una vez en su web saben quién eres, han investigado para que todo sea perfecto y se adelantan a tus deseos… ¿Acaso eso no era lo que prometía el marketing?

En tiempos en los que el doscerismo parece ser el meme de moda y en los que nos preguntamos hasta qué punto muchas de esas iniciativas podrán llegar a un final lógico, da gusto perderse en un rincón de realidad y de placeres que no olvida que es posible hacer las cosas de forma diferente dentro y fuera de la Web…

EBE, una visión distinta

No fui al EBE. Simplemente no me interesan este tipo de eventos y prefiero dedicar mi tiempo a otro tipo de congresos. Pero valoro el ruido mediático que se genera durante semanas y en estos días no he parado de leer mensajes en Twitter sobre lo maravilloso que estaba siendo todo. A toro pasado, empiezo a leer posts más pausados que inciden en que el EBE es poco menos que el cielo de la Web 2.0 en nuestro país. Hasta ahora apenas he visto críticas. Por ello me atrevo a publicar una opinión llegada a mi correo electrónico y escrita por una persona cuyo nombre no voy a desvelar.

No trato de hacer una crítica a un evento que seguro fue interesante para muchos, pero sí quiero dar la voz a una opinión «bastante diferente»

«Reconozco que soy bastante ignorante en lo que respecta a la tecnología (yo entré en esto de los blogs sólo porque sabía «escribir bien»). Además este fue mi primer, y creo que único, EBE.

No sé si habrás leído «Watchmen» o visto la película. Espero que sí porque si no lo siguiente no se va a entender bien. Siempre tuve la impresión de que el Dr. Manhattan no era frío e inhumano, lo que me parece es que es un tipo bastante desorientado porque es capaz de percibir el tiempo (pasado, presente, futuro) simultáneamente.
En el EBE me pasó algo parecido. Percibí tantas cosas que no me gustaron y que me parecían que fallaban que ahora mismo no sabría enumerarlas o describirlas coherentemente. Pero haré el intento.
Que la organización fuese un tanto caótica, que los presentadores no tuvieran gracia y que las conferencias siempre se retrasaran es algo de lo que no voy a culpar a nadie. Yo tampoco sabría cómo hacer bien un evento para geeks con complejo de Peter Pan que creen que se enfrentarán con éxito al un Capitan Garfio encarnado en grandes medios y corporaciones. Supongo que me daría la impresión de que siempre estoy metiendo la pata y la seguridad en sí mismo del evento acabaría tocada.
Tampoco es que fuera a muchas conferencias. Como me arrimé a cuatro conocidos se nos pasaron bastantes entre cervezas. Quizá esa es la primera crítica que puedo hacer. ¿Para qué ir a un evento que, al final, te vas a tomar como una visita a los amigos? Reconozco que también es culpa mía, podría haberme plantado y haber dicho «Yo he venido a ver conferencias, a relacionarme y, en la medida de lo posible, a hacer «netguorquin». Pero… ¿cómo hacerlo cuando los «grandes» sólo se relacionaban entre ellos y cuando el resto eran pobres chavales promocionándose y diciendo «mi blog/podcast/loquesea es muy bueno, escúcheme»?
Ya no recuerdo a cuántas fui (imagínate lo que calaron en mi psique). Sólo recuerdo más o menos bien una del responsable de «Yoriento» sobre cómo administrar nuestro perfil en diferentes redes sociales: el mensaje fue valioso y lo interpreté como «dejáos de tonterías, creed en vosotros mismos y tened en cuenta que las dichosas cuentas sólo son un instrumento, no una solución». Otra que también recuerdo, por lo pesado, fue la de Gumersindo Lafuente (del extinto Soitu), pues la cosa empezó como un discurso de Fidel Castro y acabó con una ronda de preguntas de respuestas autojustificadoras. Como no podía ser de otra manera algunos del público aprovecharon para hacer un poquito de sangre amparados en lo que ellos, en su sapiencia (que no sabiduría), juzgaban que había fallado del formato. (modo ironic «on») Si abren ellos algo parecido supongo que tendrán mucho éxito y encontrarán financiación debajo de las piedras (modo ironic «off»).
De los premios bitácoras no voy a hablar, porque ya habrás visto todo. Sólo digo 3 cosas: 1. ¿Por qué todos los blogs de política finalistas eran de izquierdas y por qué existe esa dichosa categoría? Pero no me meto en eso, que sus razones habrá. 2. A mí me gustan otros diferentes de los que ganaron pero… 3. ¡SÓLO SON UNOS PREMIOS, JODER!
Pero lo que más me desagradó fue la actitud generalizada de «soy alternativo, estoy contra el sistema, todo lo tradicional está muerto» de muchos asistentes. Odio profundamente esta moda del criejo de entre 19 y 25 años que consiste en ir de cínico y descreído por la vida, como si lo hubiera visto todo. Eso les hace perder perspectiva y les hace creerse davides frente a goliaths cuando realmente son pequeños oficinistas de Tokio lanzándole el portafolios a Godzilla (no sé si me explico). Se lo tienen un poco creído eso de ser «la alternativa, el futuro, bla, bla, bla» y disparan a discreción y sin tener ni idea, ya sea contra un medio grande o la cantante «Sorpresa final», que a lo mejor sería un producto y cantaría mal, pero desde luego no merece «ahorcarse con sus propias cuerdas vocales» como acabo de leer en twitter. Por supuesto, también había mucha gente maja. Pero ya sabes: en un malpensado sólo calan los que le hartan.

En fin, a lo mejor soy el amargado y el cansado (y más después de oír solamente una vez que alguien hacía esto porque le apasionaba escribir) pero que creo que el EBE está mejor sin mí. Desde luego he perdido más de lo que he ganado: Un pastón en el AVE, un pendrive y una parte de mi tiempo del tan esperado fin de semana. Pocas nueces para tanto ruido…

Es tan sólo una opinión. Pero en esta Web colaborativa y democrática de la que tanto hablamos, a veces hay que dar la voz a los discordantes…

(Edito: Pocos minutos después de publicar este post he recibido varios correos de José Luís Antúnez preocupándose por los errores que nuestro «anónimo» detectó en su experiencia en el EBE. Me parece un acierto el que, pese a haber publicado una experiencia de una persona no identificada, la organización de EBE haya tardado tan poco en intentar dar explicaciones y recabar mayor información sobre los problemas acaecidos. Sin duda esa es una de las fortalezas de la Web 2.0)

Aplicaciones educativas

Conozco la mayoría de las aplicaciones que se muestran en esta presentación, pero me parece tan bueno que Ana García Sans las haya resumido en una presentación, que creo que vale la pena reproducirlas aquí.

Ahora se trata de usarlas en la medida de nuestras posibilidades y nuestros objetivos pedagógicos. Por posibilidades no será, no…

Ombliguismo

No suelo acudir a eventos doscerriles. No por nada en particular. Tal vez tenga que ver mi cada vez mayor cinismo ante su utilidad. O puede que sea el cansancio tras llevar casi 15 años viendo a gurús cuyas aportaciones pueden ser leídas en decenas de sitios web y en el mejor de los casos en artículos científicos o libros con mayor o menor entidad.

La novedad que ha sido incorporada en los últimos tiempos es que no es necesario trasladarse al espacio en cuestión, sino que tan ricamente desde tu máquina puedes verlo en streaming e incluso comentarlo a través de Twitter o Facebook. Y esos comentarios suelen ser mucho más divertidos que la charla del gurusillo en cuestión ya que, al menos, haces amigos… o enemigos…

Esta semana se ha celebrado el SIMO. Creo que podrían mover un poco las siglas y rebautizarlo como MIOS. El yoismo como modelo de comunicación, glorificando al pope que cuenta cosas frente a un Powerpoint con bellas fotografías mientras los suyos asistentes parecen asentir, con mayor o menor convencimiento. Mi experiencia, mi idea, mi mensaje, mi, mi, mi…

¿Pero realmente es necesario que en un evento un profesor pontifique sobre que las empresas no saben usar Facebook? ¿Es lógico que un gurú de primer nivel repase su libro de 2002 sin aportar nada nuevo? ¿Se comprende que las operadoras de movilandia sigan con sus futuribles, oídos una y mil veces, pero siempre lejanos a la realidad, por no decir que absurdamente falsos?

Mi amigo Marcelino dice que las empresas pasan de la Web 2.0 con razón, ya que no ven que exista un modelo de negocio claro. Yo voy más allá. Espero que sigan pasando de ella y deseo que hasta la Web 2.0, o de Nueva Generación se les olvide. A ellos y a todos. De esa manera podremos centrarnos en lo que nos gusta: bloggear, twittear, encontrar a amigos a través de Facebook, descubrir música en MySpace o martirizar al mundo entero con nuestras fotos y vídeos sin tener que esperar a que vengan a nuestra casa. Si se olvidan tal vez no haya que santificar el eventismo del «me miro el ombligo una y otra vez».

Da igual, todo es cuestión de modas… o de pasta… ¿no?

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