EBE, una visión distinta

No fui al EBE. Simplemente no me interesan este tipo de eventos y prefiero dedicar mi tiempo a otro tipo de congresos. Pero valoro el ruido mediático que se genera durante semanas y en estos días no he parado de leer mensajes en Twitter sobre lo maravilloso que estaba siendo todo. A toro pasado, empiezo a leer posts más pausados que inciden en que el EBE es poco menos que el cielo de la Web 2.0 en nuestro país. Hasta ahora apenas he visto críticas. Por ello me atrevo a publicar una opinión llegada a mi correo electrónico y escrita por una persona cuyo nombre no voy a desvelar.

No trato de hacer una crítica a un evento que seguro fue interesante para muchos, pero sí quiero dar la voz a una opinión «bastante diferente»

«Reconozco que soy bastante ignorante en lo que respecta a la tecnología (yo entré en esto de los blogs sólo porque sabía «escribir bien»). Además este fue mi primer, y creo que único, EBE.

No sé si habrás leído «Watchmen» o visto la película. Espero que sí porque si no lo siguiente no se va a entender bien. Siempre tuve la impresión de que el Dr. Manhattan no era frío e inhumano, lo que me parece es que es un tipo bastante desorientado porque es capaz de percibir el tiempo (pasado, presente, futuro) simultáneamente.
En el EBE me pasó algo parecido. Percibí tantas cosas que no me gustaron y que me parecían que fallaban que ahora mismo no sabría enumerarlas o describirlas coherentemente. Pero haré el intento.
Que la organización fuese un tanto caótica, que los presentadores no tuvieran gracia y que las conferencias siempre se retrasaran es algo de lo que no voy a culpar a nadie. Yo tampoco sabría cómo hacer bien un evento para geeks con complejo de Peter Pan que creen que se enfrentarán con éxito al un Capitan Garfio encarnado en grandes medios y corporaciones. Supongo que me daría la impresión de que siempre estoy metiendo la pata y la seguridad en sí mismo del evento acabaría tocada.
Tampoco es que fuera a muchas conferencias. Como me arrimé a cuatro conocidos se nos pasaron bastantes entre cervezas. Quizá esa es la primera crítica que puedo hacer. ¿Para qué ir a un evento que, al final, te vas a tomar como una visita a los amigos? Reconozco que también es culpa mía, podría haberme plantado y haber dicho «Yo he venido a ver conferencias, a relacionarme y, en la medida de lo posible, a hacer «netguorquin». Pero… ¿cómo hacerlo cuando los «grandes» sólo se relacionaban entre ellos y cuando el resto eran pobres chavales promocionándose y diciendo «mi blog/podcast/loquesea es muy bueno, escúcheme»?
Ya no recuerdo a cuántas fui (imagínate lo que calaron en mi psique). Sólo recuerdo más o menos bien una del responsable de «Yoriento» sobre cómo administrar nuestro perfil en diferentes redes sociales: el mensaje fue valioso y lo interpreté como «dejáos de tonterías, creed en vosotros mismos y tened en cuenta que las dichosas cuentas sólo son un instrumento, no una solución». Otra que también recuerdo, por lo pesado, fue la de Gumersindo Lafuente (del extinto Soitu), pues la cosa empezó como un discurso de Fidel Castro y acabó con una ronda de preguntas de respuestas autojustificadoras. Como no podía ser de otra manera algunos del público aprovecharon para hacer un poquito de sangre amparados en lo que ellos, en su sapiencia (que no sabiduría), juzgaban que había fallado del formato. (modo ironic «on») Si abren ellos algo parecido supongo que tendrán mucho éxito y encontrarán financiación debajo de las piedras (modo ironic «off»).
De los premios bitácoras no voy a hablar, porque ya habrás visto todo. Sólo digo 3 cosas: 1. ¿Por qué todos los blogs de política finalistas eran de izquierdas y por qué existe esa dichosa categoría? Pero no me meto en eso, que sus razones habrá. 2. A mí me gustan otros diferentes de los que ganaron pero… 3. ¡SÓLO SON UNOS PREMIOS, JODER!
Pero lo que más me desagradó fue la actitud generalizada de «soy alternativo, estoy contra el sistema, todo lo tradicional está muerto» de muchos asistentes. Odio profundamente esta moda del criejo de entre 19 y 25 años que consiste en ir de cínico y descreído por la vida, como si lo hubiera visto todo. Eso les hace perder perspectiva y les hace creerse davides frente a goliaths cuando realmente son pequeños oficinistas de Tokio lanzándole el portafolios a Godzilla (no sé si me explico). Se lo tienen un poco creído eso de ser «la alternativa, el futuro, bla, bla, bla» y disparan a discreción y sin tener ni idea, ya sea contra un medio grande o la cantante «Sorpresa final», que a lo mejor sería un producto y cantaría mal, pero desde luego no merece «ahorcarse con sus propias cuerdas vocales» como acabo de leer en twitter. Por supuesto, también había mucha gente maja. Pero ya sabes: en un malpensado sólo calan los que le hartan.

En fin, a lo mejor soy el amargado y el cansado (y más después de oír solamente una vez que alguien hacía esto porque le apasionaba escribir) pero que creo que el EBE está mejor sin mí. Desde luego he perdido más de lo que he ganado: Un pastón en el AVE, un pendrive y una parte de mi tiempo del tan esperado fin de semana. Pocas nueces para tanto ruido…

Es tan sólo una opinión. Pero en esta Web colaborativa y democrática de la que tanto hablamos, a veces hay que dar la voz a los discordantes…

(Edito: Pocos minutos después de publicar este post he recibido varios correos de José Luís Antúnez preocupándose por los errores que nuestro «anónimo» detectó en su experiencia en el EBE. Me parece un acierto el que, pese a haber publicado una experiencia de una persona no identificada, la organización de EBE haya tardado tan poco en intentar dar explicaciones y recabar mayor información sobre los problemas acaecidos. Sin duda esa es una de las fortalezas de la Web 2.0)