Marketing en las Redes Sociales

Me acaba de llegar el último pedido de Amazon y estoy deseando meterle el diente. El libro de Larry Weber sobre cómo utilizar estrategias de Marketing en las nuevas redes da pautas para comprender el fenómeno de las Redes Sociales y su uso desde el punto de vista empresarial. No cabe duda de que el escepticismo sobre muchas de esas herramientas también me ha hecho mella, pero sigo pensando que las posibilidades que se abren en el nuevo escenario son absolutamente tangibles.

Uso MySpace como promoción de mi programa de radio y en un año he pasado de 0 a 500 contactos, en su inmensa mayoría grupos musicales que ven una posibilidad de darse a conocer, de mostrar su música, de avisar sobre sus actuaciones. Es decir, de hacer marketing y comunicación.

Utilizo Xing, mucho menos de lo que debía, como red para hacer Networking y con bastante frecuencia recibo peticiones de colaboración en cursos y conferencias. Y cuando me «googleo» mi página en la antigua Neurona es la primera que aparece. Es decir, marketing de mi mismo.

Me he convertido en adicto a Twitter, pese a los continuos fallos de funcionamiento. No me sigue mucha gente pero yo sí tengo un buen grupo de personas a las que sigo y que cada vez que hacen algo y lo publican, me entero inmediatamente y me intereso más rápido incluso que con las actualizaciones de mi Netvibes. Llegan a mi, generan mi atención y me mantienen alerta y expectante. ¿Acaso eso no es Marketing?

Juego con mis blogs, con Tuenti, Facebook, soy adicto a los virales y estoy absolutamente convencido de que entramos en la era del Marketing 2.0 (yo prefiero denominarlo Marketing 3.0: frente a la primera época, enfocada en el producto, la segunda, en el consumidor y ésta tercera, en la que el poder recae en el cliente): es decir, son los clientes quienes directamente deciden qué quieren, crean el producto, realizan la comunicación y, en último término generan beneficios a la empresa que se presta a ese nuevo compromiso pagando un precio que consideran justo.

En definitiva, las sombras sobre la capacidad de generación de ingresos de la web 2.0 son altas, pero las luces también. Entre todos debemos lograr que lo mágico de controlar la comunicación no se vea reñido con los beneficios de las organizaciones que tratan de hacerlo posible.