Y… Y… YES!!!

Kennedy fue asesinado en 1963. Hemos visto tantas veces las imágenes de los disparos que acabaron con él que parecen estar grabados a fuego en nuestra memoria compartida. Yo no había nacido todavía. Y aunque he leído mucho sobre él y mis progenitores me han contado lo que suponía que aquel hombre joven, guapo, alcanzara la presidencia de Estados Unidos, nunca me ha parecido ni tan joven, ni mucho menos, tan guapo. Más bien recuerdo siempre la crisis de los misiles, que podía haber terminado con mi vida antes de empezar, sus affaires con Marilyn Monroe y la saga familiar que vendría después. Casi cinematográfico, sí. Pero de otra generación, como lo fueron Sofia Loren, Humphrey Bogart o incluso los Beatles.

Mataron a Martin Luther King unos cuantos meses antes de que yo comenzara a berrear. Y he oído cientos de veces el famoso «I have a dream…» Intentando comprenderlo desde la distancia de un país que jura y perjura que no es racista, al mismo tiempo que sospecha de aquel que tiene la piel diferente o cuyo acento es distinto.

Y de pronto apareció un tal Obama. Un tipo negro, joven y guapo. La mezcla perfecta de los 2 hombres que nunca acabaron de convencerme. Y se presentó a las elecciones para ser el hombre más poderoso del mundo. Y lanzó un eslogan tan fantástico como marketiniano: «Sí, podemos». En inglés, que parece sonar todo mejor, más «fashion». Y todo el mundo dijo que no era posible, que no vencería a la Sra. Clinton, que nadie votaría a un negro para la Casa Blanca, que todo eran cuentos románticos y que al final las aguas volverían a su cauce.

Y llega el martes ése, después del lunes de noviembre. Un galimatías similar a lo del pavo de Acción de Gracias o a reventarnos las fiestas de carnaval inventando un no se qué de calabazas, tratos y trucos. Y nos acostamos tarde. Twitteando, blogueando, oyendo la radio, mirando la tele, pellizcándonos ante la realidad que nos abruma y que parece convertir el clásico guión de Hollywood en una realidad tangible.

Y nos emocionamos. Y las lágrimas se aferran a nuestras gargantas mientra un hombre frente a millones de personas entona un canto tan simple como sentido. Haciendo que sintamos que algún día podremos arrepentirnos. Pero que el momento es nuestro, el de nuestra generación, el de nuestro tiempo, consciente de haber vivido, una vez más, algo histórico…

Un comentario

  • Hola

    Me gusta mucho la reflexi´´n que haces y la idea de que un presidente de EEUU nunca me seduciría…algo ha cambiado.

    Yes, we can