1919

En aquel lejano año nació gente importante. Acababa de terminar la 1ª Guerra Mundial y un hombre llamado Nat King Cole venía al mundo en Montgomery. Aquel bebé nacido en una época dura para los negros, sin derechos y racista, sería uno de los precursores del Rock and Roll, con un tema llamado «Straighten Up and Fly Right«.

También ese año vino al mundo Eva Perón, la bella argentina que incluso acabaría quitándose años para permanecer viva siempre en el subconsciente colectivo de los argentinos. Hija ilegítima, lucharía desde la política para conseguir la igualdad de las mujeres con los varones.

Igualmente, en 1919 vino al mundo Simone Ortega, la mujer que pasaría a la historia por crear el libro de cocina más vendido en España, el libro que ha enseñado a cocinar a millones de mujeres y de hombres, a perder el miedo a sumergirse en los fogones.

Y ese año, hace ya 89, nació mi abuela, Margarita García Sarabia. Ella no acabó siendo una entrada más de Wikipedia, de hecho nunca acabó de entender la fijación de su nieto con esa mochila que siempre llevaba a cuestas. Ese cacharro que simplemente servía para «jugar a marcianos». Pero sí hizo mucho por la pasión por el Heavy Metal de aquel chaval que se sentía incomprendido por sus padres y al que no dejaban llevar el pelo largo. Incluso le guardó a escondidas las cassettes cuando, tras el furor paterno por un cerro de suspensos que no cabían en el boletín de notas, llegó el momento de la prohibición de escuchar «peludos» que sólo llevaban a la perdición («hijo, vaya música ratonera… yo te la guardo pero estudia, que si no tus padres acabarán tirándolas a la basura»)

Soportó la humillación por llevar un pañuelo rojo en la cabeza en 1938, cuando un grupo de falangistas se cebaron con ella, con aquella insolente que apoyaba a las huestes comunistas. Y aguantó estoicamente las tres condenas a muerte que le cayeron a su Joaquín, el guapo aviador que había conocido en los momentos más duros de la Guerra. Tres condenas que se convirtieron en seis años de esperar diariamente a que la mañana siguiente fuera la última. Para finalmente poder sortear los años de la postguerra, de la desesperación, del miedo.

Cocinaba, sin necesidad del libro de Simone Ortega, criticando aquellos ingredientes que parecían extraños. «¿Chalotas?, leñe, cebollas, de toda la vida». Incorporando las recetas de la marca de su olla express al recetario familiar: el pollo con champiñones, sería así, durante el resto de nuestros días, Pollo Decor. Y nos trasladaría la pasión por las ollas y los fogones.

89 largos años que hace una hora llegaban a su final. Marchándose dejándonos su recuerdo de la abuela moderna, la que fumaba Winston echando humo como una chimenea o era capaz de tragarse brebajes infames como aquellos 43´ con leche. El recuerdo de las 15 mil pesetas que permitieron a su nieto mayor poder pagar el examen práctico del carné de conducir, tras haberse quedado sin un duro en pos del ansiado papel rosa. El de aquella cinta de Leño en directo, comprada a escondidas, simplemente por ver la sonrisa y la felicidad de un chaval con 14 años que ya suspiraba por los sonidos duros y poco comerciales. El de aquellos caramelos con piñones que acaban pegados a los dientes, que cuando se acababan era el indicativo de que faltaba muy poco para que volviera a visitarnos. El de la mujer que siempre supo a quiénes no les debía nada, a quién tenía que respetar y quién no merecía ningún respeto.

Desde hace una hora, descansa en paz, abuelita…

8 comentarios

  • Muchas veces pasamos por alto aquellas grandes personas que gracias a ellas permiten a otros alcanzar sus metas y propósitos. Seguramente, sus nombres no aparecen ni aparecerán en Wikipedia o en los libros de historia. Sino que en su lugar apareceran los nombres de sus nietos, padres, hijos, amigos… un sin fin de personas que dan sentido a lo que hicieron esos «sin nombre» que desde la sombra dan luz al mundo de las luces.

    Siento mucho lo de tu abuela! Todos mis mejores deseos y un fuerte abrazo!

    Mis mejores deseos,
    Roberto G.

  • Mi más sentido pésame

  • Lo siento Fernando!

    Abrazo, Nacho.

  • Siento no habe leído antes este bonito homenaje, pero al pinchar el link no sabía que había que buscar el contenido más abajo. La frase final es el mejor epitafio que le pueden poner a nadie. Copio y pego. Yo también tuve una superabuela anónima, la unica que conocí, y a la que mi anemia debe muchos bocatas de jamón. Hace tres años que se marchó y aún la sigo recordando todos los días. Y es por eso, que más que pensar que me está esperando al otro lado, pienso que la llevo siempre conmigo. Al fin y al cabo somos las prolongaciones de los padres y los abuelos en esta tierra y nadie muere del todo mientras tiene alguien que le recuerde.
    Levanta esa tristeza! Buen fin de semana. Lo pasaré en casita, se prevée aguanieve y hace un frío de morirse. Bsos.

  • Muchas gracias a todos por vuestros mensajes de apoyo. Es un placer saber que estáis ahí.

    Abrazos

  • Joer, primo, qué bonito homenaje. Me ha hecho volver a derramar lágrimas, de tristeza por que no la volveré a ver, pero también de alegría por haberla tenido. Siempre recordaré sus chascarrillos, cómo había rebautizado a medio barrio («El Pintamonas», «Doña Atareada» o «El Tapón de Alberca»), su crítica política o su apasionamiento futbolero cuando jugaba la Selección, y la manera de recorrer los nombres de todos los nietos, y aún de algún sobrino hasta dar con el del que quería pronunciar. En fin, si soy quien soy, en parte es por ella. Siempre te querré y te recordaré, abuelita.

  • Ahora que estoy por todos lados aprovecho para decirte la suerte que has tenido de tener una abuelita asi como la tuya y que mucho ánimo, porque seguro que ella estará siempre contigo dándote su energia positiva.
    Abrazos

  • Que poder tienen las abuelas. Gracias por compartirla. Abrazos.