Twitting, Wiking, Blogging…

Escuchaba esta tarde La Ventana, en su recién estrenada edición veraniega. Ana Guantes deja de pelearse por los campos futboleros gallegos y toma el relevo de Gemma Nierga en un programa que me acompaña siempre que tengo la desgracia de no poder hacer el deporte más popular de nuestro país. Y la primera agradable sorpresa me la encontraba al informar de que inauguraban nuevos canales de contacto con los oyentes. Comenzaban a Twittear, el fenómeno al que cada vez más gente se apunta, pese a lo lamentable de su servicio, con caídas eternas y usabilidad inexistente. Muchas veces me preguntan que para qué sirve esa «chorrada» de los 140 caracteres. Qué mejor explicación que la que muestra este libro electrónico cuyo enlace hoy posteaba Marc Cortés precisamente a través de su Twitter y su blog dedicado al pajarito. Perfecta explicación de su uso y de su utilidad.

Además de Twitter, La Ventana ha creado un Wiki, en el cual, como primera sección, los oyentes pueden incluir su blog. Ana Guantes mostraba su desconocimiento ante el galimatías del que hablaba Javier Casal, pero ha sido empezar a funcionar y el número de Twitteros, Wikipedistas y Bloggueros, que escuchamos la radio nos hemos vuelto locos para dar la bienvenida a los nuevos llegados.

Suelo clamar por la falta de adaptación de las organizaciones a la Web 2.0 y a las nuevas formas de comunicación, pero no cabe duda de que hoy, la SER ha logrado un trio de ases…

Rock… Me río!

Los amantes del Rock en España tenemos suerte. En nuestro país hace años se celebran varios festivales todos los veranos. Incluso empezamos a pensar que pueden ser demasiados: Electric Festival, Kobeta Sonik, Via de la Plata, Monsters of Rock, Metalway, Lorca Rock… por citar sólo algunos de los más importantes. Por ello, cuando se empezó a destapar el cartel de ese engendro marketiniano llamado Rock in Río en Madrid no sufrimos ninguna decepción.

Era normal que un festival que nació en Brasil en 1985 con un cartel de ensueño acabase mostrando todas sus miserias 23 años después en nuestro país. Miserias, porque comparar AC-DC, Iron Maiden, Whitesnake, Ozzy Osbourne, Scorpions y Queen con Alejandro Sanz, Shakira, El Canto del Loco, Neil Young, Amy Winehouse e incluso The Police, no tiene sentido. Da igual, se trata de la pasta, idiota, debieron pensar algunos sosías enterados, que soñaron por llegar a meter 150.000 personas en un solo día en un concierto de «Prock» (10 veces menos que en aquel primer festival). Al final, la «Gran Ciudad del Plof» se ha quedado más que amplia, puesto que menos de la mitad de los asistentes esperados durante el primer fin de semana se plantearon acercarse a ese parque de atracciones musical y tampoco el segundo se logró el éxito de público soñado.

Pero al margen de todo esto, por primera vez en la historia a TVE se le ocurría retransmitir el evento. No estaba mal. Después del tradicional miedo a retransmitir conciertos del anterior Ente Público al menos los que quisieran disfrutar de las curvas de la colombiana Shakira sin tener que sufrir los gritos de las fans enloquecidas podrían hacerlo. Y sí, lo han hecho. Aunque pudiendo ver la peor retransmisión que se recuerda en la Televisión Española.

Con comentaristas grotescos haciendo chascarrillos absurdos, mostrando encuadres ridículos que poco o nada aportaban a lo que ocurría en el escenario y lo peor, con errores infantiles que hacían que el sonido de salida se llenara de ruidos de masa, entrecortado, con incomprensibles picos de volumen. TVE se limpia de profesionales. Y todo el mundo sabe que en verano se llena de becarios. Pero alguien debería asumir que hacer una cobertura como la que se ha hecho a este festival sería equiparable a un telediario en el que al presentador no se le oyera, diera la espalda al público y en un momento dado le hiciera un comentario a su regidor acerca de la estupidez de los telespectadores.

No me gustaba ninguno de los grupos que han actuado en Arganda. Ni siquiera The Police me vuelven loco (aunque sí es un grupo al que respeto enormemente). Pero el mal chiste definitivo en el que TVE española ha convertido ese festival ha conseguido que por lo menos me hagan reir… por no llorar…

Condenado Julio, condenados todos

Julio Alonso ha sido condenado. Tras leer la sentencia que acaba de publicar en su página web me veo en la necesidad de publicar este post. Si un blogger ha sido condenado a pagar a los señores de la SGAE 9000 euros de indemnización por el atentado al honor, la pregunta es ¿cuál será el siguiente paso?

Me pregunto si en estos tiempos en los que tanto se habla Crowdsourcing y demás términos que muestran el mundo cambiante y colaborativo, no podemos hacer algo parecido. Una suerte de cuenta común para pagar esa indemnización absurda a una organización contra los que tantos y tantos estamos y por la que miles nos sentimos agraviados. De paso, podríamos generar un fondo para subvencionar acciones contra la innombrable, puesto que mi honor, citando la propia sentencia y sus antecedentes, se ha visto afectado en cuanto a sentirme escarnecido y humillado.

Vamos, que hasta propondría incluso abrir una cuenta en Paypal y donar un euro. Si 9000 blogueros lo hiciéramos, la indemnización estaría pagada y habría fondo de reserva.

En fin, no quiero hacer un «Hoygan». Simplemente la mala leche crece tanto en mi interior que me imagino un mundo de blogueros unidos contra la injusticia. Sin duda Julio podrá obtener la financiación para pagar eso y las costas. Pero en este caso, todos hemos sido condenados. Hoy es un día triste…

Telemarketing absurdo

«Hola, buenos días, mi nombre es Francisco, de Análisis e Investigación. Le llamaba porque estamos haciendo un estudio sobre la imagen de los bancos en el consumidor»

«¿Para quién es ese estudio?»

«Lo siento, pero eso no se lo puedo contestar»

«Pues entonces yo también lo siento, pero no me da la gana contestar»

«Adios, buenos días»

Grandes investigadores de mercado en nuestros días. Grandes spameadores de teléfono y gran estulticia volante en el mundo empresarial. Sí señor… Como si fuera tan difícil enterarse hoy quién o qué está detrás… Todavía no nos hemos dado cuenta de que el mundo ha cambiado. Y la Investigación, también.

Yes, we can…

Me gusta el fútbol, lo reconozco. No lo cambiaría por un concierto de cualquiera de mis bandas de Heavy Metal favoritas, pero disfruto con un buen partido de mis colores. Y nunca he escondido que soy merengón y que mi equipo más allá del Real Madrid es España. España, no la selección, ni el combinado nacional, ni la roja, ni la furia, ni demás inventos eufemísticos para no nombrar el nombre del país en el que nací, el nombre del país que aparece en mi pasaporte, el país del cual parece que hemos sido forzados a arrepentirnos durante tanto tiempo.

Los nacionalismos me parecen estúpidos. Los de toda índole. Ayer Juanjo, un alumno del fantástico grupo con el que cierro el curso lo volvía a decir: «los nacionalismos se acaban viajando… y leyendo…» Y tiene toda la razón. En cualquier caso, fuera de nacionalismos , ver a millones de personas ilusionadas por 11 peloteros, pintándose la cara con los colores rojigualdos y volviendo a portar una bandera que, por fin sirve para unir y no para dividir y que, nos pese o no, es la que nos identifica en el mundo entero, es emocionante.

Y todo gracias a ese mágico e incomprensible fervor que despierta el fútbol. Hace 24 años seguí la Eurocopa de Francia en un bar gallego de Aranda de Duero. Trasegábamos ribeiro como sólo los adolescentes pueden hacerlo mientras disfrutamos olvidando el ridículo que habíamos hecho en el mundial de naranjito. Tras el 12-1 contra Malta casi tocamos el cielo, y si no hubiera sido por la barriga de Arconada, lo habríamos hecho.

En 24 años he visto ganar a los nuestros en todas las disciplinas deportivas. Si, porque los hacemos propios para salvar la frustración de no ser nosotros los que sentimos la gloria. En automovilismo, motociclismo, atletismo, natación, tenis, waterpolo, balonmano, baloncesto, boleibol, hockey o surf. En vela, remo, escalada, ciclismo, judo y boxeo. En casi todas las disciplinas deportivas hemos vivido momentos de victoria, pero en el fútbol… ains…

Y por fin, nos encontramos esperando el momento en que llegue un partido de fútbol. 90 minutos que unirán a millones de almas, internautas y analfabetos digitales, directivos de grandes empresas y amas de casa, infantes y ancianos, en un sólo grito creado marketinianamente sin ser demasiado originales: «Yes, we can»

Pase lo que pase, con la catarsis deseada, o sin ella, dentro de 24 años seguro que recordaremos estos días…

Internet: Pedofilia, hackers y malos, muchos malos

Hace 10 años trabajaba en un banco. Todos los días daba la murga a mis jefes para poner en funcionamiento un sitio web ya que veía como nuestra competencia nos iba a adelantar sin ningún tipo de duda. Me pasaba la vida peleándome con el entorno que me rodeaba, enseñándoles que lo que aparecía en la pantalla suponía una revolución para la empresa, para la comunicación, para las personas. En aquellos días me miraban como un marciano. Continuamente tenía que enfrentarme a comentarios que oídos hoy serían risibles: «Internet, eso sólo sirve para perder el tiempo, el negocio de verdad jamás estará ahí…»

Además de aquellas posiciones tan preclaras, mi pelea permanente era luchar contra el miedo. Miedo a lo desconocido. Terror ante un entorno que aparecía y que era difícil de medir salvo con la mente abierta, mirando al futuro. Eran días en los que la burbuja se inflaba. Cada vez más. Y en los que los noticiarios simplemente mostraban que un puñado de tipos extraños, sin corbata y descamisados ganaban dinero de forma poco clara. Se hablaba de virus. Se hablaba de pornografía. Y «sex» era la palabra más buscada en el líder Yahoo!

Una década después tenemos una generación que ha crecido enganchada al ratón. Y aun así la penetración de lo digital en nuestro país no nos pone precisamente en cabeza de los países más avanzados. La burbuja explotó y hasta Terra, aquel engendro que cual anuncio de higiene femenina prometía servir para todo, acabó por quedar relegada a un no se sabe muy bien qué.

Todas las empresas crearon sus webs. La gente perdió el miedo a comprar por Internet. Todo el mundo obtuvo sus claves para operar on line con sus entidades financieras. La administración permitió que los contribuyentes entregaran la declaración de la renta a través de Internet. Aparecieron universidades que sólo ofrecían sus estudios mediante e-learning y no por ello perdían calidad. Los investigadores de todos los campos pudieron acceder por fin a millones de documentos en sus casas, con pocos clics.

Empezamos a evolucionar al doscero. Ese amalgama de ideas que pueden resumirse en la creación permanente. En la que ya no te llamabas Vanessa si eras Mariano cuando entrabas en un chat. En el que las fotos hechas con el mail subían de forma casi instantánea al nuevo mundo digital.

Muchas cosas cambiaron, incluso en los telediarios. Hasta fue posible suscribirse a sus fuentes de noticias. Saber qué pasa en el mundo entero de forma inmediata. Enterarse de los lances de una corrida de toros o un partido de fútbol mediante un Twitter o crear campañas virales contra los problemas de nuestros días.

Pero otras muchas no han dejado de hacerlo. Tendremos ministra de Innovación y planes, muchos planes que no se sabe muy bien si avanzan o se enquistan. Pero poner cualquier Telediario y oír acerca de Internet es volver 10 años atrás. Redes de pedófilos que caen, millones de piratas descargándose el trabajo ajeno, robos de contraseñas, suplantaciones, el infierno y todos sus jugadores ocultos en el ciberespacio.

Tal vez esos mensajes sean los que venden. No es noticia el perro que muerde al hombre, sino el caso contrario. Pero cuando millones de españoles siguen pensando que «eso de la internés» es una entretenta perniciosa y maligna, la responsabilidad de los medios de comunicación se hace palpable. Medios de comunicación que se muestran muy ufanos y orgullosos de mantener la llama de la «auténtica» comunicación, el espíritu del verdadero periodismo, la Agenda Setting de la verdad. No les vendría mal una reflexión profunda. Hay malos, muchos, escondidos en Internet. Pero también en el callejón de atrás de casa, en el piso de abajo, en la calle de al lado. Una reflexión que mucho me temo que no van a hacer…


1 25 26 27 28 29 44