Minority Report… más cerca

Repito muchas veces en clase que el futuro mostrado en la película de Steven Spielberg está mucho más cerca de lo que parece. La tinta electrónica es una realidad desde hace tiempo. Por supuesto el Lexus seguro que no estará lejos de aparecer, e incluso ser superado. Y lo que más llama la atención, que era la forma que tiene el protagonista de manejar el ordenador.

Pues parece que Bill Gates y sus chicos están dispuestos a que la nueva versión de Windows sea lo más cercana a la obra. Leo y descubro a través del Maestros del Web que la interfaz multitouch parece ser una realidad y para muestra qué mejor que disfrutar con el vídeo.

Pensar que ya tengo decidido pasarme a Apple en otoño…

Google te fotografía…

… Fotografía tu a Google. Hoy me he encontrado a uno de los coches que fotografían Madrid para su proyecto Street View. Y como todos llevamos una cámara en el bolsillo he querido que él también quedara inmortalizado.

La foto está hecha en la Plaza de Francisco Morano, esquina con el Paseo Doctor Vallejo Nájera. Se me ocurre un Meme blogosférico: Hagamos un Safari urbano para cazar cochecitos de Google. ¿Alguien se apunta?

Lo podemos subir a Panoramio, que para eso es suyo 😀

«¿Lo qué…?»

Twitter, ese gran desconocido y ese juguetito adictivo para miles de iniciados. Falla, está caído a todas horas, genera millones de mensajes sin sentido y miles de minutos persiguiendo a los «Twitteros» que más nos interesan. Pero ¿qué es Twitter?

Absolutamente genial el vídeo de Joan Planas, que me atrevo a reproducir aquí. Y después de verlo podemos preguntarnos… ¿quién es más «original»? ¿los que contamos nuestra vida on line o algunos de los personajes que aparecen ahí? Aún así, me temo que habrá que seguir jugando a la pedagogía de los imposible…

Se termina el curso

Pues sí, cuando menos lo esperas llega la última semana de Mayo y te encuentras con que el curso está a punto de acabar. Y casi sin quererlo me encuentro con la realidad: se acaba un año extraño.

Comencé en la Pontificia de Salamanca y termino en la Europea de Madrid. He pasado de la Facultad de Informática a la Facultad de Económicas, Derecho y Empresariales. He dejado de impartir asignaturas que me han acompañado durante años como «Sistema Logístico Integrado» o «Control de Gestión» para centrarme en «Sistemas de Información», «Gestión del Conocimiento» y «Comercio Electrónico». He salido de una universidad confesional y me he integrado en una laica. He dejado de tirarme de los pelos para aparcar en la Ciudad Universitaria a tener parking a 40 kilómetros de mi casa. Cambios, muchos. Aunque hay algo que no cambia: la sensación de que podía haberlo hecho mejor. De que tal vez debiera haber tocado otros temas. De que no he sido lo suficientemente duro o estricto. De que les echaré de menos.

Sí, es curiosa la relación que se genera con los alumnos. Hay días en los que lo que menos apetece es ponerse delante de ellos y contarles cosas, motivarles para que lean, ilusionarles con lo que a ti te enloquece, entretenerles, divertirles, crearles dudas y también certezas y al mismo tiempo lograr que en su cabeza quede algo que sean capaz de recordar más allá del tiempo que tardan en llegar a la cafetería. Pero igualmente son una droga. Cuando el curso llega a su final no dejas de sentir un cierto vacío. Una pena por los chicos y chicas que a partir de ahora te saludarán fugazmente cuando les veas en los pasillos de la facultad y cada vez quedarán más difuminadas sus caras y sus nombres en una memoria que acumula promociones y promociones de alumnos.

Todavía quedan semanas hasta las vacaciones. E incluso una asignatura que prácticamente acaba de empezar. Y Masters. Y Cursos de formación continua. Trabajo, en definitiva, que no oculta la desazón y, también, no me engaño, la satisfacción de haber cerrado un curso más, una etapa más…

SEXO!!!!!

Qué ganas tenía de escribir una entrada con este título. Seguro que a partir de ahora mis visitas se multiplican y mi pagerank se multiplica (eso si a los chicos de Google no se les ocurre acabar de indexarme por «sartenes wifi», al considerar mi blog pornografía).

La semana pasada me compré el Playboy por primera vez en mi vida. Y lo hice en plan cultureta, aunque nadie me vaya a creer. La edición de Mayo de la versión española cumple el trigésimo aniversario y saltó a mis manos desde el anaquel del kiosko. Total, me dije, regalan una gorra por cinco euros…

No voy a entrar en los contenidos de una revista que siempre me ha parecido sobrevalorada. Sin duda aparecen en ella entrevistas y reportajes interesantes, además de las consabidas playmates, mujeres bellísimas e inalcanzables. Pero por lo demás nunca ha acabado de convencerme y tampoco lo hizo esta vez.

Recuerdo hace años cuando uno de los primeros sitios que visitábamos de Internet era www.playboy.com. Para encontrarnos que la web de «pago por todo» era una realidad. Y ciertamente hacía años que ni me planteaba visitar su site. Pero he aquí que lo que me pareció más interesante de la revista fue el anuncio de su nueva web en español.

Como es habitual no ha funcionado hasta esta semana (teniendo en cuenta que la publicidad aparecía en el número de mayo han perdido al menos 15 días de posibles visitas) pero como uno es persistente acabo de descubrir que ya está operativa. Y qué gran sorpresa. Por fin se puede opinar en casi todos los artículos. Por supuesto, zona de pago o premium, para acceder de verdad a los contenidos y la gran sorpresa: los blogs de Playboy. Variados y en el límite del escándalo (para algunos son incluso cándidos a tenor del porno 2.0 que crece en Internet).

Una iniciativa muy interesante y que vuelve a poner a la revista del conejito de actualidad. Serán los usuarios los que decidan, pero creo que vale la pena darse una vuelta por allí, aunque sólo sea para ver a Penélope Cruz desnuda (toma texto SEO) 🙂

¿Burbuja 2.0?

Web 2.0 o Web Social, como le gusta llamarla a Antonio Fumero (acepción con la que estoy cada vez más de acuerdo) y cientos de aplicaciones y de empresas que crean una web con bordes redondeados, asombran con nuevas funcionalidades y lo ofrecen todo de forma gratuita. Los resultados llegarán de la mano de la publicidad o de servicios premium, o tal vez de un comprador millonario que esté dispuesto a posicionarse en el nuevo mundo, ese en el que la colaboración, la inteligencia colectiva y la creación compartida derrote a las viejas reglas económicas .

Como superviviente de la burbuja .com no puedo dejar de recordar aquellos días de vino y rosas. Eran los momentos en los que nos cocíamos en los «First Tuesday» con un Plan de Negocios absurdo debajo del brazo y también eran los momentos en los que el «Ganar.com» nos mostraba mensualmente como la revolución de la Nueva Economía era posible.

No hay curso en el que no ponga a mis alumnos «Startup.com«, la película que muestra el auge y caída de Govworks.com. La he visto tantas veces que me la sé de memoria. Y cuanto más la veo más temo que podamos asistir a una repetición de aquella situación. Algo ha cambiado, desde luego. Y es que la «nueva» web permite que cualquiera publique, que cualquiera cree, que cualquiera comparta. Y eso es lo grande. Pero ¿y el negocio? Acabo de recibir un montón de trabajos de mis alumnos en los que analizan Facebook frente a Tuenti. Y desde luego sus conclusiones son, cuando menos, desalentadoras. Nada que no nos imaginemos, pero al revisar sus «papers» tengo la misma sensación de aquellos que estaban presentes el día que aquel niño lanzó el grito: «El rey está desnudo».

Esta web que apenas acaba de comenzar ya tiene tienda. Siempre quise trabajar en una librería y hoy tengo la mía. Realmente la Web 2.0 lo ha hecho posible. No deja de ser un «mashup» en el que mezclo una web de comercio electrónico con mi blog, aprovechándome de la tecnología AJAX, y de los sistemas de recomendación que permiten ajustar y mejorar el proceso de compra. Aunque todo es posible gracias a una empresa Web 1.0, o 2.0, o 3.0, da igual los guarismos que queramos ponerle. En definitiva a una empresa que ha sabido monetizar (palabra horrible, por cierto) desde el primer día sus visitas, la inteligencia colaborativa de sus usuarios, las posibilidades de abrirse a espacios fuera de su entorno-web privado. Resulta curioso que siempre usemos los mismos ejemplos. Pero tal vez es que son esos ejemplos los que mantienen la ilusión, no sólo en hacer las cosas mejor, sino también en ganar dinero con ellas. Y una vez más, Amazon es la culpable.

¿Volveremos a tropezar en la misma piedra?

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