Conversación… O no?
«Los mercados son conversaciones«. La Tesis del Manifiesto Cluetrain aparece también en la mía. Una y otra vez. Gracias a ese nuevo espacio conversacional, nuevas formas de comunicación crecen y cada vez son más importantes. Las organizaciones deben hablar a sus clientes y deben escucharles. Y por supuesto, el uso de los blogs es un herramienta fantástica para ello.
La «vieja» cantinela de «un blog es una página web que no requiere conocimientos técnicos para ser puesta en marcha, con sentido cronológico inverso, que ofrece actualizaciones con mucha frecuencia y que incorpora generalmente gran cantidad de enlaces a otros blogs o páginas que el autor cree interesantes, así como un espacio para dejar comentarios, para fomentar a conversación» es algo que mis alumnos deben sufrir una y otra vez. Ya se sabe que cuando uno se centra en un tema acaba hablando de él a todas horas. La conversación es fundamental, la conversación dirigida, al contrario de lo que pasaba en los «pasados de moda» foros, y el intercambio de pareceres permanente.
Leo decenas de blogs a diario. De todo tipo de temas. Algunos conocidos y otros, absolutamente perdidos en la inmensa blogosfera. De un tiempo a esta parte me fijo en los comentarios. Mejor dicho, me fijo en la ausencia de los mismos. Claro, Enrique Dans, Julio Alonso o los chicos de Alt1040 pueden tener posts con un par de docenas de intervenciones externas, y Microsiervos decidió cerrarlos hace tiempo. Pero ¿y el resto?
La respuesta preferiría no tener que publicarla, pero la verdad es que el silencio es lo imperante. De vez en cuando alguien dice algo, e imagino que el autor del blog es feliz en ese momento. Pero son escasos, demasiado escasos. Tal vez sea por nuestra tendencia al «lurkeo» que no debería ser especialmente negativa. Desde luego la blogosfera crece cada día más. Todos hablamos de ella. Hasta «La 2» se da cuenta que esa «inmensa minoría» está ahí y le dedica un programa diario (que a todo esto, me parece un acierto mayúsculo). Pero la mayoría hacemos oídos sordos a esa conversación pregonada. Sí, a veces comentamos allí donde conocemos al «escribidor» de turno. E incluso lo hacemos más para dejar nuestra firma y así conseguir alguna visita extra, más que para aportar algo nuevo.
Con este panorama, difícil convencer a muchas empresas de la bondad de este canal. Al menos, si no hay comentarios, tampoco los habrá negativos, ¿no? 😉