Los blogs aburren
Esta terrible aseveración parece desprenderse de los resultados del último Informe sobre la Blogosfera Hispana presentado por Bitácoras la pasada semana. Al menos no resultan tan atractivos como lo eran hace unos años.
No cabe duda de que publicar un blog sigue estando al alcance de cualquiera, creándolo en muy pocos minutos y hospedándolo de forma gratuita en cualquiera de las plataformas existentes. Pero con datos como los que se muestran en este informe hay que deducir que la cacareada muerte de los blogs, sino se produce, al menos si tiene su traducción en una demografía poco representativa del usuario de Internet español (el estudio analiza también los países Latinoamericanos). Demoledor es el dato de que más de un 80 % de los editores de un blog son hombres, frente a un 18,82 % de mujeres. O que tan sólo un 6,98 % de los blogs hispanos se actualizan con frecuencia, pudiéndose considerar realmente activos tan sólo un 3, 91 % del total.
Estos datos, que comparados con los datos globales de Technorati, pueden parecer optimistas, no dejan de ser nuevamente una llamada a la realidad. Los blogs se han convertido en una herramienta que está siendo abandonada por otras, más excitantes, divertidas o gratificantes que el hecho de escribir con frecuencia en una bitácora.
Con temáticas mayoritariamente personales, los blogs están lejos de la supuesta revolución en la conversación que se auguraba hace algunos años. Y ciertamente no es extraño comprenderlo.
Analizando los dos blogs en los que más escribo, este mismo, on line desde marzo de 2006, con una frecuencia de actualización muy irregular y demasiado enfocado en la blogosfera y la Web 2.0 tiene una media de visitas diarias que no supera los 12-15 visitantes, por no hablar del volumen de comentarios, mínimo y en general escritos por los usuarios más fieles.
Respecto mi otro blog, el del programa de radio, on line desde noviembre de 2006 y con una altísima frecuencia de actualizaciones, la media de las visitas aumenta a las 50 diarias, pero los casi 700 posts no acumulan más de media docena de comentarios en total (la mayoría por una crítica molesta a un grupo determinado).
Poca conversación y pocas visitas. De acuerdo que la obsesión por ello puede acabar matando un blog. Es correcto pensar que uno escribe en un blog para sí mismo (o al menos así era en su inicio). Pero las posibilidades que tienen los blogs para la creación de comunidad se muestra como una falacia perfectamente comprobable en cualquier blog no perteneciente a las tan cacareadas A-List.
Hoy son Twitter, que requiere menos esfuerzo para mantener conversaciones, o las Redes Sociales, donde el usuario no se siente completamente sólo, los que parecen poner la puntilla definitiva a las bitácoras como forma de expresión. No creo que éstas acaben desapareciendo. Más bien asistiremos a un aterrizaje abrupto y a una incorporación a la normalidad ya avisada desde hace varios años. Los utilizaremos para proyectos concretos, e incluso a veces lograremos cierta relevancia. Pero sí sería momento de desacralizar los blogs, definitivamente y de una vez por todas y hablar de ellos como lo que cada vez son más, un espacio íntimo de comunicación con uno mismo, con invitados casuales.