Atendemos a traves de todos los canales…

En España hemos avanzado muchísimo en el comercio electrónico. Ya no nos da miedo buscar ofertas a través de Internet, meter los números de nuestra Visa y esperar a que nos llegue tan ricamente en nuestra casa. La penúltima vez que compré on line fue en E-Deusto, la oferta del Manifiesto Cluetrain en castellano, por un céntimo más gastos de envío (4,95 € en total). En cuatro días hábiles, teniendo en cuenta que estaba por medio el puente, recibí mi libro sin ningún problema. Como la infinidad de veces anteriores que he comprado on line.

La semana pasada decidí que mi televisor ya estaba viejo, así que me lie a patadas con él (bueno, no exactamente, pero el resultado fue similar). Como hay que ver la botella siempre medio llena, por fin podía tener una tele plana, de 37 pulgadas y con todos los gadgets incorporados. Tras mucho buscar por la Red, desistí de comprar en Pixmanía. Nunca había comprado ahí, pero las críticas y opiniones recibidas en Ciao me echaron para atrás (háganselo mirar…).

Después encontré una tienda llamada SUMOFIM, que tampoco conocía. No se hablaba mal de ella, así que hice el pedido a través de ella. Y a partir de ahí un sin fin de correos esperando saber si la tele estaba en stock. Tres días de espera para recibir el siguiente mensaje:

«Disculpen que no nos hayamos puesto en contacto antes, pero hemos tenido problemas con los email, este televisor está disponible, si lo desea puede hacer la transferencia, de no recbir esta, como maximo el 17/12/2008, daremos por entendido que no desea su pedido, y quedará anulado.»

Con la consiguiente respuesta por mi parte:

«Lo siento mucho, como no habíamos recibido respuesta la hemos comprado en otro establecimiento»

Muchas gracias por su atención,»

Efectivamente. Tras no conseguir respuesta, vi una en PCCity que tenía todo lo que yo pedía. Estaba en stock, buen precio, interesante. Número de tarjeta, y transacción… ¿hecha?

No. Al día siguiente, en vista de que no se sabe nada, puestos al chat con Att. Cliente, se nos exige el envío de fotocopia del DNI por fax para cerrar la compra. Digo puestos al Chat, ya que los señores de PCCity atienden on line. Es decir, si compras a través de Internet no es posible acceder a nadie del servicio de Atención al Cliente de otra forma que no sea a través de la tecla.

Hoy, viernes, una semana después de la muerte prematura de mi tele sigo sin saber cuándo podré embobarme con lo que nos muestra la caja tonta. Los distintos chatoperadores nos remiten a los arcanos de la facturación, a los que es imposible acceder, puesto que no tienen chat. ¿Y el teléfono? Pulse 1, pulse 2, pulse 3…

Vendemos on line, atendemos on line, la cagamos aburrimos a nuestros clientes on line…

Comercio Electrónico 0.5

Día 5 de enero. Día de caos para los caóticos como el que suscribe. Para los que esperamos al último momento y para los que los regalos de Reyes acaban suponiendo una pesadilla del último momento. Aun así, siempre existe Internet. Y qué mejor que solucionar el regalo de mis queridos progenitores con un par de entradas para la ópera. Sí, ese espectáculo culto que mola regalar, aunque yo prefiera otro tipo de sonidos que no tienen nada que ver con dichos gorgoritos.

Tras revisar las diferentes opciones encuentro que La Traviata, la clásica ópera de Verdi, se representará la próxima semana en Madrid y que es posible hacer la compra on line a través de Entradas.com. Pues nada, en seguida está solucionado el problema y al menos mis queridos padres tendrán un regalo «de experiencia» de esos que tanto se llevan hoy.

Paseo y cañas. Y tras ellas parada en un cajero de Caja Madrid para imprimir las 2 entradas cuando surge el problema. El dispensador se queda sin tinta a mitad de impresión de la primera entrada, ticket que no llega ni a aparecer. Lo intento en otro cajero y sólo consigo imprimir una de ellas. La otra, supuestamente, ya está en mi poder.

Como no quiero ser el responsable de una crisis matrimonial, tras 40 años de feliz convivencia, mi tensión es horrible. Ummm, hay un teléfono, 902 para más señas, en el cajero. Rápida llamada con tres minutos de espera para recibir la contestación temida: «llame Ud. a esos señores y cuénteles el problema».

Segunda llamada, en este caso a los vendedores on line. Otros dos o tres minutos de espera y volver a contar lo mismo: «Mira, tengo una entrada pero he pagado 2. Las necesito para hoy. Mañana es Reyes, por favor, AYUDA». y ahí comienza la pesadilla: «pues no podemos hacer nada» «Váyase Ud. a la taquilla y proteste». «Resucite a Verdi y que le toque La Traviata en su casa» es lo que ha faltado para poner la guinda.

Nuevas llamadas, una, dos, tres, y hasta cuatro, a los estupendos 902, esos que un buen día se crearon para hacer compartir los costes entre la empresa y el cliente y, finalmente, tras protestas, amenazas con las plagas de Egipto y con quemarnos a lo bonzo frente a su sede, cinco horas después, ya tengo solucionado el problema y mi regalo de reyes a salvo en casa.

Ahora bien, ¿y si en vez de ser yo, y con la ayuda maravillosa de alguien que no deja que la pisen, hubieran sido mis padres? ¿6 llamadas a un 902? ¿Cabreos, gritos, una comida echada a perder? ¿Y todavía hablamos de web 2.0? Pues en el Comercio Electrónico seguimos en cuarto y mitad…

(Juro que pensaba publicar el nombre y apellidos del señor de entradas.com, que con una absoluta falta de comprensión y de tacto nos ha atendido. Pero dado que el espíritu de los magos de oriente me embarga, lo dejaré para ponerlo en la reclamación que pienso hacer en atencionalcliente@entradas.com. Afortunadamente en Caja Madrid me han vuelto a demostrar que la estulticia no tiene tanto que ver con las empresas sino con quienes trabajan a veces en ellas)