Feliz Navidad

Llegamos a las fiestas navideñas, y en ellas sigo siendo muy 1.0. Especialmente como Profe, que tiene más de dos semanas de vacaciones. Semanas que servirán para retocar la Tesis e incorporar algunos cambios, con el objetivo de conseguir tenerla lista para Febrero (¿será posible?)

En cualquier caso, para los descreídos y para los convencidos… Un clásico, con mis mejores deseos de Felicidad (este sí que no es 2.0 pero nunca pasará de moda)…

Socialitis…

A finales de los Noventa nos dio por la portalitis. Cualquier empresa que estuviera planteando hacer una web hablaba de ella como «su portal». Era lo que estaba de moda, la palabra mágica que te garantizaba la visibilidad en los medios especializados y quedaba muy pobre hacer sólo una web. Reviso mis viejos números de las desaparecidas Ganar.com y eComm y me sonrío con la cantidad de proyectos ingenuos que pretendían ser Yahoo!. Yo mismo cree varios de ellos, tal vez el más curioso aquel Portal Funerario que tuvo como primer y único cliente a sí mismo.

Reventó la burbuja y comenzamos un nuevo tiempo. Inventamos el concepto de la Web Social, y empezaron a aparecer nuevas Comunidades Virtuales. Ya no se hablaba de Comunidades, eso sí. Quedaba mejor hablar de Redes Sociales. El futuro iba por ahí… sitios como MySpace, Facebook, HI5, Bebo, Badoo, Orkut, Tuenti, LinkedIn, Xing… decenas de sitios peleando por ofrecer a sus usuarios todas las herramientas en uno sólo. Decenas marcando un camino a seguir…

Y ese camino es el que hoy se ha convertido en una obsesión. Ya no vale con dar la palabra a los usuarios. Hay que atraerle, capturarle, pedirle que genere el contenido (a fin de cuentas, ¿no es lo que quieren?). Y conseguir su registro, sus datos, su teléfono, su mail, sus medidas… Cuantos más usuarios tenemos… más valemos… ¿no recuerda a un tiempo ya pasado?

La web ha cambiado. Hoy Mariano no se llama Vanessa, y detrás de una foto de curvas vertiginosas no suele esconderse un señor con bigote. Y no nos da miedo contar nuestro día a día, desde los anhelos más profundos hasta la primera idea que se nos pasa por la cabeza. Ponemos on line nuestra vida, expuesta alegremente en la Web para regocijo de los administradores de la Red Social. Y a partir de ahí… a crear más y más. Da igual que su modelo de negocio (vulgo, de dónde sacan la pasta estos tíos) no esté nada claro. Es lo mismo que haya que crear una base de datos de usuarios y contraseñas, o lo que es peor, usar una y otra vez la misma, para mayor placer de los expertos en Ingeniería Social… Lo de menos es la búsqueda de la famosa Ventaja Competitiva de nuestro sitio. A fin de cuentas, quién recuerda a un tal Porter…

La antepenúltima Red Social llegada al Internet español es Keteke. En este caso puesta en marcha por Telefónica para sus usuarios de Telefonía Móvil y nacida no sin polémica, tanto por los personajes elegidos para presentarla, como por su entrada en la conversación a través de Twitter, algo desafortunada.

Como no he querido registrarme en Keteke (por lo engorroso del sistema basado en dar tu número de teléfono móvil) no puedo decir si su funcionamiento es bueno, mediocre o nefasto. Y no voy a dudar que intentarán hacerlo lo mejor posible. Pero tanta red social empieza a cargar y mucho. Que Internet se mueve por modas, es evidente. Que hemos pasado de adorar la blogosfera a matarla de forma inmisericorde, también. Que los usuarios quieren participar, compartir y crear, es indiscutible. Y que el éxito de Facebook o Tuenti hace que se estudien en las Escuelas de Negocios, tampoco es una novedad. Pero que los aspectos oscuros, los problemas relacionados con la privacidad, la propia saturación de tantas y tantas redes acabarán por hacer desaparecer la mayoría en un tiempo más o menos corto, parece indudable.

Alguno argumentará que son etapas que debemos pasar. Que la lógica evolución del negocio dejará sólo en pie a los jugadores que mejor sepan adaptarse. Que subirse al carro es algo necesario en el mundo doscerista. Pero ante las incertidumbres económicas que muchas empresas tienen ante sí, ¿no nos estaremos saltando algún paso por el camino?

A fin de cuentas, alguno puede pensar que esto es como en La Oca… de la Muerte, al Uno…

Atendemos a traves de todos los canales…

En España hemos avanzado muchísimo en el comercio electrónico. Ya no nos da miedo buscar ofertas a través de Internet, meter los números de nuestra Visa y esperar a que nos llegue tan ricamente en nuestra casa. La penúltima vez que compré on line fue en E-Deusto, la oferta del Manifiesto Cluetrain en castellano, por un céntimo más gastos de envío (4,95 € en total). En cuatro días hábiles, teniendo en cuenta que estaba por medio el puente, recibí mi libro sin ningún problema. Como la infinidad de veces anteriores que he comprado on line.

La semana pasada decidí que mi televisor ya estaba viejo, así que me lie a patadas con él (bueno, no exactamente, pero el resultado fue similar). Como hay que ver la botella siempre medio llena, por fin podía tener una tele plana, de 37 pulgadas y con todos los gadgets incorporados. Tras mucho buscar por la Red, desistí de comprar en Pixmanía. Nunca había comprado ahí, pero las críticas y opiniones recibidas en Ciao me echaron para atrás (háganselo mirar…).

Después encontré una tienda llamada SUMOFIM, que tampoco conocía. No se hablaba mal de ella, así que hice el pedido a través de ella. Y a partir de ahí un sin fin de correos esperando saber si la tele estaba en stock. Tres días de espera para recibir el siguiente mensaje:

«Disculpen que no nos hayamos puesto en contacto antes, pero hemos tenido problemas con los email, este televisor está disponible, si lo desea puede hacer la transferencia, de no recbir esta, como maximo el 17/12/2008, daremos por entendido que no desea su pedido, y quedará anulado.»

Con la consiguiente respuesta por mi parte:

«Lo siento mucho, como no habíamos recibido respuesta la hemos comprado en otro establecimiento»

Muchas gracias por su atención,»

Efectivamente. Tras no conseguir respuesta, vi una en PCCity que tenía todo lo que yo pedía. Estaba en stock, buen precio, interesante. Número de tarjeta, y transacción… ¿hecha?

No. Al día siguiente, en vista de que no se sabe nada, puestos al chat con Att. Cliente, se nos exige el envío de fotocopia del DNI por fax para cerrar la compra. Digo puestos al Chat, ya que los señores de PCCity atienden on line. Es decir, si compras a través de Internet no es posible acceder a nadie del servicio de Atención al Cliente de otra forma que no sea a través de la tecla.

Hoy, viernes, una semana después de la muerte prematura de mi tele sigo sin saber cuándo podré embobarme con lo que nos muestra la caja tonta. Los distintos chatoperadores nos remiten a los arcanos de la facturación, a los que es imposible acceder, puesto que no tienen chat. ¿Y el teléfono? Pulse 1, pulse 2, pulse 3…

Vendemos on line, atendemos on line, la cagamos aburrimos a nuestros clientes on line…

Twitteando, que es gerundio

Me costó entrar en Twitter, hay que reconocerlo. Me llegué a abrir 2 cuentas que acabaron perdidas en el éter webesférico tras un patético «Hola mundo». No acababa de ver claro qué sentido tenía decirle al mundo qué estabas haciendo en cada momento. Pero finalmente vi la chispa que me hizo adicto. Tenía el mismo sentido que escribir en un blog o que subir las fotos a Flickr. Esa experiencia de ciberonanismo que, se disfruta o no, según sea cada uno.

Y una vez quitada esa presión absurda del «y esto para qué vale» comencé a Twittear, haciéndolo de manera compulsiva por su facilidad, mucho más cómoda que el tener que crear un post con un mínimo sentido común. Y fueron llegando los followers, no demasiados, a la par que iba incorporando personas a mi seguimiento diario.

Poco a poco empecé a ver las posibilidades de cara a las empresas. Mucho tuvo que ver los documentos, vídeos y sesiones, en los que todo el mundo comentaba que hacer un Twitt podía convertirse en una herramienta tan poderosa o más que mantener un blog. Pero hasta hoy mismo no he vivido en mis carnes una experiencia que vale la pena relatar aquí, como ejemplo o Caso de Estudio de uso de Twitter desde el ámbito de las empresas.

Ayer descubría gracias a Juan Diego Polo (como siempre) un sitio que me llamaba la atención, Rombla. Básicamente permite la construcción de webs on line, usando plantillas pre-establecidas, y de forma absolutamente sencilla. Me registré y comencé a probarlo. Pero tras unos minutos desistí. La aplicación funcionaba muy lenta, se bloqueaba y no podía incluir ni tildes ni nuestra querida «ñ». Tanto que incluso escribí un twitt:

«No funcionan ni los acentos, ni la «ñ» (normal). Pero da problemas de java y cuesta horrores publicar. Sigo testándolo a ver..»

A las pocas horas me di cuenta de que tenía un nuevo seguidor en mi Twitter: Chris Chadwick, uno de los responsables de Rombla. Me resultó curioso ya que me había registrado con un Usuario diferente a Twiter, eso sí, con mi nombre y apellidos, por lo que había hecho una mínima labor de investigación para ver quién era yo. Así que volví a escribir un Twitt:

«Como vea lo que he dicho de ellos esta mañana… :p»

No le dí mayor importancia, pero esta mañana, al revisar por si había alguna respuesta directa que se me hubiera pasado me encuentro con dos mensajes de Chris:

«all feedback is good for us thank you, what did you find failing?»

«Intentaré español. 🙂 ¿toda la regeneración es bueno para nosotros le agradece, cuál usted encontró el fall?»

Sorprendidísimo me apresté a contestar, usando para ello mi inglés básico:

«First problem, in spanish we need use the accent spelling: «´» for a lot of words, and our letter «ñ»»

«Second, i have a problem with the registration. I don´t know why, but anyway, new registration…»

«Third, is so slow the load of components, specially for spaniards (our net is horrible)…»

«and, forth, where is the buttom for publish? http://tinyurl.com/5z5tpt«

Y en apenas unos minutos comienzo a recibir «replies» en mi Twitt:

«your first point, We are aware of the lack of support for the accented letters we are fixing it ASAP.»

«Registration, I would love more detailed feedback on this we are getting a High bounce rate off this»

«We will look into adding some European and Asian servers to address the international load times.»

«The publish button is on the top right hand side of the rombla builder.«

Tremendo, tanto que vuelvo a Rombla para intentar publicar algo, pero nada, me sigue dando problemas, así que nuevo Twitt (mezclado entre todos mis pensamientos, obviamente)

«You can see the pic: There isn´t the publish bottom and it give me an error publishing: http://tinyurl.com/6fg7s7«

Y en apenas un par de minutos, nuevo reply:

«Thank you, can you share your site with me? share to chris at piria.com» (Una de las posibilidades de Rombla es poder compartir el proyecto de web con otros usuarios)

Y nuevamente:

«NIce script crash 🙂 You win the I broke it award. give me a bit of time I will work on it thank you!»

Todo hecho a través de Twitter, sin llenarme el mail de conversaciones eternas, abierto a todo el mundo que me sigue, (no han sido «Direct Messages» sino Replies)

Todavía Chris no me ha informado de que el problema está arreglado, pero no me cabe ninguna duda de que lo hará. Y tampoco me cabe duda de que empresas así nos enseñan el camino a seguir. Montaré una nueva web en Rombla, ¡si señor!

(Actualización)

Tras seguir twitteando, Rombla ya ha incorporado nuevas funcionalidades y arreglado los problemas que tenía con el español. Especial ilusión me ha hecho su post dando la bienvenida a los usuarios españoles. Un ejemplo a seguir por tantas y tantas empresas….

Cuando queremos, podemos!

Una de las ventajas de dedicarse a la formación es la cantidad de cosas que uno aprende. Si, parece un lugar común decir que el profe aprende tanto o más que los alumnos, pero es absolutamente cierto. Aprendo de la frescura de mis alumnos de la Facultad, de su inocencia mezclada con las ganas de hacer cosas diferentes. Aprendo de los alumnos de posgrado, con sus ansias de comerse el mundo y la agresividad lógica de los primeros años. Y aprendo y mucho de mis alumnos en cursos de Formación Continua. Profesionales de campos variados que me muestran perspectivas diferentes, formas de hacer distintas y, en muchas ocasiones, me descubren que en las empresas españolas se pueden hacer las cosas realmente bien, rompiendo moldes y convirtiéndose en punta de lanza.

En estas semanas a raíz de un curso on line orientado al sector turístico he tenido la oportunidad de hablar (más bien escribir) largo y tendido sobre la Web Social. El turístico es de esos sectores que podrían ver abrirse todas las puertas posibles, con las nuevas formas de trabajar en Internet. Pero es demasiado conservador en mchos aspectos. Cientos de hoteles en España siguen sin tener una mísera página web. O en todo caso viven de la información suministrada por los nuevos intermediarios turísticos, esa que muestra el precio, la ubicación, alguna característica general y poco más. Muy poco para lo que hoy los usuarios demandamos. Queremos ser seducidos. Queremos que nos hablen de tu. Queremos sentir de cerca los Jacuzzis, spas e incluso los menús prometidos. Y queremos soñar, si es necesario, con poder estar allí.

No conozco Menorca, pero desde hace unos días tengo muy claro que el día que me acerque a esa isla prometida me gustaría hacerlo en alguno de los Hoteles Artiem. Y todo gracias a una web que parece haber sido creada en mis sueños de diseñador de sites. Limpia, clara, de fácil navegación, atractiva y, sobre todo, social. Con la información de los dos hoteles, Capri y Audax en primer término (se trata del negocio, por supuesto), pero con mucho más. «Fresh People», demostrando que el término no debe ser propiedad exclusiva de una entidad financiera.; con ofertas actualizadas, con información de Menorca y, sobre todo, con una Comunidad detrás.

Nube de etiquetas, 30 blogs, comentarios… sólo por eso ya merece mi atención. Posibilidades de crear grupos de usuarios. Canal propio en Youtube. Enlace a Delicious, comunidad en StumbleUpon

Incorporación de la hostelería a la web social. Cada vez más ejemplos de ello. Y en un momento tan complejo para este sector en particular, ejemplos así nos demuestran una vez más que tan sólo con querer la diferenciación y trabajar por ella, es posible lograrlo…

Gorilas, orangutanes y acémilas

La semana pasada moría un chaval a las puertas de una discoteca en Madrid. El Balcón de Rosales, lustroso entorno del pijerío madrileño, se teñía de sangre por tres bárbaros que ponían en práctica sus conocimientos de psicología campestre. esto es, al que molesta, candela. En esta ocasión el chico había pasado con sus amigos la criba de los salvajes que se encargan de la «seguridad» de estos lugares. Dio igual, bastó un pequeño incidente para que las páginas de sucesos y Telecinco tuvieran material con el que nutrirse durante intensos minutos.

Soy el primero que lamenta la muerte de Alvaro Ussia. Aunque de no haber muerto reventado a golpes, el hecho no habría tenido trascendencia. Todos los días se producen ese tipo de agresiones. Todas las noches en nuestro Madrid los energúmenos de las puertas de los locales de ocio entregan la dicha o el cabreo de entrar en el garito prometido para poder ser envenenados pagando. Curioso, pero real. Estos animales de bellota no son nuevos, han estado siempre ahí. Y seguirán siempre. Da igual que ahora tengan que hacer un examen para demostrar que pueden firmar con la huella dactilar. Seguirán campando a sus anchas y pronto volveremos a vivir algo similar, en cuanto pasen los titulares y el cabreo del momento.

Es ahora cuando se toman medidas de cara a la galería. Y para ello qué mejor que hacer la razzia particular contra las discotecas y salas de conciertos. Se cierra La Riviera, se avisa del cierre de Macumba, y así hasta una decena de salas «con denuncias». Y nuevamente los titulares son copados por el buen trabajo del ayuntamiento, que por fin toma cartas en el asunto.

Eso sí, con el cierre de estas dos salas en concreto, también se acaba con dos de los pocos espacios en los que era posible escuchar música en vivo en nuestra paleta capital. De todos es sabido que un concierto genera violencia. Que los jóvenes (y no tanto) en pleno éxtasis musical pegan fuego a la ciudad. Y que bastante mata la cultura el hecho de que la gente se baje los discos como para que un sisebuto de gimnasio además se entretenga en matar «concierteros». Nada, tabla rasa. Acabadas las salas acaba el problema. Se cumplen las leyes, se satisface al vecino molesto por la cola en la puerta, y se evitan problemas futuros.

La culpa del asesinato la tiene que la sala no tenga los papeles en regla. Como todo el mundo sabe eso es así. Así que cerrados. Y a otra cosa, que para eso el Excelentísimo Ayto. se encargará de marcar la música que hay que ver, escuchar y consumir.

Lamento enormemente que en nuestra sociedad habiten cavernícolas. Pero casi tanto como ello lamento tener que sufrir políticos que no les van a la zaga. Eso sí, que nadie se queje… que han tomado medidas para que «lo de ese chico» no vuelva a repetirse…

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